Mañana 31 de enero es la
memoria litúrgica obligatoria de San Juan Bosco, uno de los grandes santos de
las dos últimas centurias.
"Nos estamos acercando
al Bicentenario del nacimiento de Don Bosco, que se celebrará el 16 de Agosto
de 2015. Es un gran acontecimiento para nosotros, para toda la Familia
Salesiana y para todo el Movimiento salesiano, que requiere un intenso y profundo
camino de preparación para que resulte fructuoso para todos nosotros, para la
Iglesia, para los jóvenes, para la sociedad, para cada uno", fueron
algunas de las palabras de Don Pascual Chávez Villanueva, Rector Mayor y 9º
sucesor de Don Bosco, en una carta que dirigió a toda la Familia Salesiana el
31 de enero del año pasado, durante la Solemnidad de San Juan Bosco.
El camino final de este
bicentenario centrará su atención en la Espiritualidad de Don Bosco.
La palabra “espiritualidad”
significa algo muy profundo y muy sencillo a la vez: “el modo de ser
cristiano”, “el modo de vivir como hijo o hija de Dios”.
Don Bosco vivió su manera de
ser hijo de Dios bajo la clave del “amor”. Un amor filial a Dios manifestado en
el amor y dedicación total a la juventud necesitada. Aquí está la raíz de su
espiritualidad.
Él, desde niño, aprendió a
ser cristiano según los modelos presentados en su infancia y en el ambiente
familiar de su tiempo. Esa mirada continua hacia Dios como Padre va a ser una
constante en toda su vida. Pasando los años irá tomando diversas formas de expresión,
pero el amor inicial seguirá siendo el mismo.
Leyendo desde nuestra
cultura la espiritualidad de Don Bosco podemos retener unos rasgos que destacan
con más fuerza. Es lo que hoy en día se llama también “la espiritualidad juvenil
salesiana”.
Destaca, ante todo, la
referencia constante de una vida hacia la persona de JESUCRISTO, a quien se
considera cercano. Por Él trabajó Don Bosco. Tiene muy presente que “Dios se
hizo carne”, es decir asumió la condición humana para elevarla y mostrar a la
humanidad unos nuevos valores. De aquí se deriva la “encarnación” de Don Bosco
en las dificultades de los jóvenes que va conociendo. Con Jesucristo dialoga familiarmente
pidiéndole: “da mihi animas caetera tolle” (dame las personas, llévate todo lo
demás), y muestra a Jesucristo como RESUCITADO, capaz de vencer la misma muerte
y capaz, por lo tanto, de vencer el mal y el pecado. Es un mensaje de esperanza
y resurrección.
Esta presencia constante de
Jesucristo la vive Don Bosco, de manera privilegiada, en la EUCARISTÍA y en el
sacramento de la RECONCILIACIÓN. Estos sacramentos se viven dentro de la
IGLESIA, ámbito en el que se desarrolla la acción de evangelización y creación
de una nueva humanidad. La Eucaristía y la experiencia del perdón, a través de
los sacramentos, Don Bosco los va a presentar como medio privilegiado, también,
de “pedagogía” y de crecimiento y progreso del joven, llegando a proponer,
porque él así lo creía, la meta de la santidad a jóvenes muy normales que
desearan hacer esta experiencia.
Junto con estos fuertes
valores espirituales Don Bosco ve en la VIRGEN MARÍA una verdadera madre en
quien poder confiar. Lo hace siempre en referencia a Jesucristo. Cree que María
llevará a buen término todas las obras iniciadas porque es Ella la primera
interesada en salvar a la juventud.
A pesar de los grandes
problemas y contratiempos que Don Bosco sufrió, fue capaz de vivir la
espiritualidad cristiana con ALEGRÍA. Si no lo hubiera hecho así no hubiera sido
capaz de convencer ni de acompañar a aquellos jóvenes en su maduración
cristiana.
Por eso, la espiritualidad
salesiana mira a la vida con optimismo, aunque no ignora todo lo negativo que
hay en ella. Don Bosco se fija, también, en el humanismo de San Francisco de
Sales, que privilegia la bondad y la caridad constante en el modo de actuar en
la vida.
Y, finalmente, estas claves
de espiritualidad las vivió EN LA VIDA DIARIA, no sólo en las ocasiones de
fiesta o en los días que le pudieran resultar más fáciles. Inculcaba a sus
jóvenes que cumplieran con diligencia con sus deberes de estudio o de trabajo,
que fueran responsables, alegres, que se divirtieran, que cantaran o
participaran en los juegos del patio o en las excursiones bulliciosas que se organizaban:
todo podía acercar a Dios.
Este es el mensaje y el
compromiso que inició este gran hombre, educador y santo: Don Bosco. “Su
sonrisa es un canto a la esperanza, la semilla se va haciendo realidad. Hoy, Don
Bosco, estás entre nosotros, aquí, tu estrella siempre brillará”.
Conoce a Don Bosco. Salesianos España
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