Para seguir al Señor es
fundamental no engañarnos, no decirnos mentiras y así no caer en la hipocresía,
esa esquizofrenia espiritual que nos hace decir tantas cosas pero sin ponerlas
en práctica. Es en síntesis cuanto dijo el Papa Francisco en su
homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Levadura buena y levadura
mala: las galletas de la abuela
A partir del Evangelio del
día, en el que Jesús invita a estar atentos ante la "levadura de los
fariseos", el Santo Padre observó que "hay una levadura buena y una
levadura mala". La levadura que hace crecer el Reino de Dios y la levadura
que hace sólo aparenta en el Reino de Dios. Y afirmó que la levadura siempre
hace levar, hace crecer, cuando es bueno, de modo consistente, sustancioso, con
lo que se consigue un buen pan, una buena masa: crece bien. Pero "la
levadura mala no hace crecer bien". Y para explicar este concepto, el
Pontífice relató una anécdota de su infancia:
"Yo recuerdo que para
Carnaval, cuando éramos niños, la abuela nos hacía unas galletas, y la masa era
muy fina, fina, fina era la que hacía. Después la echaba en el aceite y aquella
masa se hinchaba, se hinchaba... y cuando comenzábamos a comerla, estaba vacía.
Y la abuela nos decía -en su dialecto las llamaban 'mentiras'- 'éstas son
como las mentiras: parecen grandes, pero no tienen nada adentro, no hay nada de
verdad allí; no hay nada de sustancia'. Y Jesús nos dice: 'Estén atentos a la
levadura mala, a la de los fariseos'. ¿Y cuál es? Es la hipocresía. Estén bien
atentos ante la levadura de los fariseos, que es la hipocresía".
Hipocresía, esquizofrenia
espiritual o nominalismo existencial
La hipocresía, prosiguió
diciendo el Papa, es cuando se invoca al Señor con los labios, pero el corazón
está lejos de Él:
"Es una división
interna, la hipocresía. Se dice una cosa y se hace otra. Es una especie de
esquizofrenia espiritual. Además, la hipocresía es un simulador: parece bueno,
cortés, pero detrás de sí tiene un puñal, ¡eh! Pensemos en Herodes. ¡Con cuánta
cortesía -asustado por dentro- había recibido a los Magos! Y después, en el
momento de la despedida les dice: 'Vayan, y después vuelvan y díganme dónde
está este niño ¡para que también yo pueda ir a adorarlo!'. ¡Para matarlo!"
"El hipócrita que tiene
doble cara", prosiguió el Papa. "Es un simulador. Jesús,
hablando de estos Doctores de la Ley, afirma: 'Estos dicen y no hacen': es otra
forma de hipocresía. Es un nominalismo existencial: aquellos que creen que,
diciendo las cosas, arreglan todo. No. Las cosas deben ser hechas, no sólo
dichas. Y el hipócrita es un nominalista, cree que con decir se hace todo.
Además, el hipócrita es incapaz de acusarse a sí mismo: jamás encuentra una
mancha en sí mismo; acusa a los demás. Pensemos en la pajita y en la viga, ¿no?
Y así podemos describir esta levadura que es la hipocresía".
Decirse la verdad, no las
mentiras
El Obispo de Roma invitó a
hacer un examen de conciencia para comprender si crecemos con la levadura buena
o con la levadura mala preguntándonos: "¿Con qué espíritu hago las cosas? ¿Con
qué espíritu rezo? ¿Con qué espíritu me dirijo a los demás? ¿Con el espíritu
que construye? ¿O con el espíritu que se vuelve aire?". Lo importante -
concluyó diciendo el Papa - es no engañarnos, no decirnos mentiras, sino la
verdad:
"¡Con cuánta verdad se
confiesan los niños! Los niños jamás, jamás, jamás dicen una mentira en la
confesión; jamás dicen cosas abstractas. 'He hecho esto, he hecho aquello, he
hecho...': concretos. Los niños, cuando están ante Dios y ante los demás, dicen
cosas concretas. ¿Por qué? Porque tienen la levadura buena, la levadura que los
hace crecer como crece el Reino de los Cielos. Y que el Señor nos dé, a todos
nosotros, el Espíritu Santo y la gracia de la lucidez para decirnos cuál es la
levadura con la que yo crezco; cuál es la levadura con la cual yo actúo. ¿Soy
una persona leal, transparente o soy un hipócrita?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario