Se celebran durante estos
días los 50 primeros años de la constitución de la Conferencia
Episcopal Española y, entre no pocos "fieles cristianos", se
alienta la esperanza de que podrían ser de utilidad y provecho algunos puntos
de reflexión como los siguientes:
- Para la valoración de su
desarrollo y actividad habrá de tenerse sagradamente presente, tal y como
recogen sus estatutos, que este órgano colegiado, fruto del Concilio
Vaticano II, "tiene por finalidad promover la vida de la Iglesia,
fortalecer su misión evangelizadora y responder de forma más eficaz al mayor
bien que la Iglesia debe procurar a los hombres".
Los conceptos de "promoción",
"vida", "eficacia", "Iglesia",
"fortalecimiento", "misión evangelizadora",
"eficacia", "mayor bien", "procurar " y "los
hombres" (y por qué no también a las mujeres) son, o debieran ser, en su
terminología humana y cristiana, puntos de referencia y autocrítica,
tanto personal como colectiva, mucho más exigentes.
- De por sí, y dado el
sistema seguido en la elección de los miembros de la CEE - presidencia general
y Comisiones- , es gozoso constatar que por primera vez en la Iglesia
sus componentes lo son por elección, aunque sea honesto reconocer que, al
no haber seguido tal camino los nombramientos de los obispos, a la democracia,
para serlo de verdad, le faltan por recorrer estaciones, tiempos y
procedimientos largos y enojosos.
- Hubo tiempos en los que el
sigilo sacramental, o no tanto, observado con rigor entre los muros de la
Conferencia y de sus Comisiones, imposibilitó que los fieles tuvieran
conocimiento de lo tratado en las sesiones. La prensa dejó de ser libre y, por
tanto, y a la vez, prensa, al negársele, o dificultársele, la información de
manera tanto o más obtusa que en las demás instituciones y acontecimientos de
carácter socio-político.
Algo es algo, y en los
últimos tiempos, excomuniones y "mónitums" para los
"excesos" de los informadores han sido mitigados, siempre
"dentro de un orden", y con largueza de indulgencias para aquellos
medios de comunicación "afines", es decir, obedientes y sumisos. (Por
cierto, ¿qué pasó con el ex obispo auxiliar, hoy prófugo e incolocable, que
estuvo al frente del Gabinete de Prensa de tan honorable institución
episcopal?)
- De la hipotética
pluralidad de ideas y procedimientos que se presupone existen en el
seno de la Conferencia, apenas se tiene constancia, porque "en
bloque" todos los obispos españoles por obispos y por españoles, han de
pensar de modo idéntico. La explicación se halla en la procedencia de todos -al
menos, de la mayoría- de conventículos, o de "viveros episcopales",
similares, en los que la piedad, la docilidad, la tradición, del culto, el
alejamiento de la "grey" y del resto de los sacerdotes, el
conservadurismo, el sentido de la superioridad y el "ordeno y mando",
los "anillos amorosos" y, sobre todo, la condición de oficial
poseedor de la "palabra de Dios" y de los cánones, han de marcar el
territorio de su actividad omnímoda y sin posibilidad de entrometimientos
ajenos.
- Estas circunstancias,
entre otras, explican que las sesiones de la Conferencia sean desconocidas para
el mismo pueblo de Dios, para los sacerdotes y más para el resto de la
ciudadanía. Todos estos sectores "pasan" de cuanto elucubren
los obispos, convencidos de que ellos han de tratar siempre de "sus
cosas", sin consecuencias directas en los problemas reales que atañen a
sus vidas diarias.
- A quienes no son obispos, les
da la impresión de que el episcopado español no vive en sintonía con los
tiempos, ni con las orientaciones y pautas de comportamiento del Papa Francisco.
Desde la dirección a los asesores de las Comisiones, la Iglesia a la que dicen
servir y representar, no es la del Papa "franciscano", Esta se halla
a muchas y dolorosas estaciones de distancia en los episodios del "Vía
Crucis" de sus testimonios y de sus doctrinas.
- Al "pueblo fiel", y al otro, no le consta, por ejemplo, que
hayan sido, y sean, temas de ocupación, y de preocupación, episcopal en sus
reuniones, los palacios episcopales, las rentas, la ausencia masiva de los
templos y actos de culto, la educación de los Colegios Religiosos, en los que
fueran "educados" los futuros corruptos, las mitras, sus medios de
comunicación como la COPE o la "13 TV", la ausencia de las vocaciones
sacerdotales, la misoginia, el reducido aprecio y consideración religiosa,
social y política que hoy caracteriza y define al colectivo episcopal, más
interesados sus componentes en los ascensos
de sus respectivas carreras eclesiásticas.
- De modo significativo y
notorio, al "pueblo fiel" le preocupan los signos y señales que de la
Conferencia se transmiten, de estar ella aupando, con ayudas materiales,
espirituales e indulgencias, movimientos "religiosos" con
unívoca vocación de conservadores y retrógrados, con denominaciones como
"Legionarios" o "Millonarios", "de Cristo Rey",
"Cruzadas" y "Cruzados", "ejércitos" y
"ejercicios", "Milicias", "Obras de Dios", tanto
en latín -"Opus Dei"- como en castellano y otros, con procedimientos
poco o nada evangélicos.
- Los cincuenta años de la
Conferencia Episcopal Española proporcionan, por la gracia de Dios, tiempo y
ocasiones audaces, y propicias para revisar y examinar la conciencia y, como
fruto de esta tarea -misión penitencial, comprometerse con el correspondiente
propósito de enmienda. El testimonio de la "común unión" Comunión
-entre sí, con el Papa y con el mundo, dentro y fuera de la Conferencia- es
inexcusable en el desarrollo de su ministerio.
- El exceso de símbolos y
fastuosidades, junto con las riquezas y la capacidad de gestión y
administración de las mismas, que caracteriza al colectivo, destaca en el
panorama episcopal español, generando multitud de preguntas, que hasta el
presente las enceldaban el misterio y las condenaciones "eternas"
dictadas con fundamentos canónicos, con olvido o marginación del evangelio y,
en ocasiones, hasta del sentido común.
ANTONIO ARADILLAS.
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