"Ya basta de sufrimientos para el pueblo... Yo no me cansaré de señalar que, si queremos, de veras, un cese eficaz de la violencia, hay que quitar la violencia que está a la base de todas las violencias: la violencia estructural, la injusticia social, el no participar los ciudadanos en la gestión pública del país"
(Monseñor Romero, Homilía 23 de septiembre de 1979)
"YA BASTA DE SUFRIMIENTOS PARA EL PUEBLO", es el lema que la Fundación Monseñor Romero ha escogido para conmemorar el próximo sábado 24, el XXXII aniversario del martirio de quien es considerado un hombre de Dios, un seguidor ejemplar de Jesús de Nazaret, un verdadero profeta, un buen pastor y un hombre de Iglesia; hablamos de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Hace 32 años que el arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar A. Romero, fue asesinado, mientras celebraba la eucaristía en la capilla del hospital para enfermos terminales donde él mismo vivía. Un tirador profesional le puso la bala mortal en el corazón. Su cuerpo ensangrentado cayó sobre el altar en el momento del ofertorio.
A Mons. Romero no lo mataron por comunista. Ni por meterse en política. A Mons. Romero lo mataron porque se puso de parte de un pueblo machacado por la ambición de 12 familias, que eran los dueños de todo aquel país, El Salvador.
En estos momentos de gran crisis económica y de dominio de los mercados, que estamos viviendo en nuestra sociedad. Donde miles de personas están perdiendo sus viviendas, sus trabajos, sus derechos sociales y hasta sus necesidades básicas, por la codicia de unos pocos, recordar la postura de Monseñor Romero, nos debe interpelar a nosotros, hasta donde llega nuestro compromiso social.
Han pasado 32 años. En estos años, han subido a los altares cientos y cientos de santos y beatos. El arzobispo Romero sigue esperando en la cripta de la catedral de San Salvador, que en Roma se acuerden de él. Esto da que pensar.
Pero no importa, por que los pobres de su pueblo lo han subido al alta.
Pero lo más importante no es que Roma lo canonice, ni que sus ex-compañeros en el episcopado lo propongan. Sino que Roma y sus ex-compañeros en el episcopado, aprendan lo que representa y exige la libertad al servicio de la misericordia.
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