jueves, 8 de marzo de 2012

A LAS MUJERES, COMPAÑERAS DE JESÚS

Hoy 8 de marzo, celebraremos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Yo diría mejor, el Dia Internacional de la Mujer, solamente, pues trabajadoras son todas, no solamente las que desempeñan un trabajo fuera de casa, sino también aquellas que llevan con gran tesón todas las labores de su hogar.

Pero yo quisiera centrar mi reflexión, en el privilegio y la cercania que las mujeres estuvieron en Jesús de Nazaret. Sin duda alguna, en los evangelios encontramos diversos pasajes donde Jesús, dignifica plenamente a la mujer. Esa mujer cananea que discutió con Jesús y le convenció de que no puede haber fronteras para Dios y el evangelio; eres la única persona en todo el evangelio que convence a Jesús en un debate dialéctico, tú la extranjera. Esa mujer samaritana, que converso de tú a tú con Jesús junto al pozo de Jacob. Esa mujer que ungio a Jesús como Mesías con el óleo de tu amor profético. Y esa Maria Magdalena compañera privilegiada de Jesús, que por alguna razón poderosa fuiste llamada por muchas iglesias “la superapóstol”, (Mujer. Jose Arregui).

Y al parecer, los primeros crisitanos asi lo entendieron. Pues Pablo, apostol que no vivió al Jesús terreno, sino al Jesús resucitado, entiendió el mensaje diciendo que: "En cristiano, no hay diferencia entre varón y mujer”. Afirmación, que hoy, debe de romper todos los argumentos eclesiales, sobre los ministerios de la mujer en la Iglesia. Y más aún, cuando uno lee que el Arzobispo de Sevilla D. Juan José Asenjo, dice: "tener sacerdotes mañana es vital para la Iglesia, una cuestión de vida o muerte",en la presentación de las jornadas del día del seminario que celebraremos el próximo día 19.

Para empezar, D. Juan José, la Iglesia siempre existirá, con sacerdotes y sin ellas, pues donde dos o más se reunán en nombre de Cristo, estará la Iglesia. Y digo esto, proque hasta que punto estamos dispuestos ha sacrificar la vida sacramental de la Iglesia, por no dar posiblemente cabida en los ministerios, a esas miles de mujeres tan válidas y preparadas, que día a día dan testimonio de amor a Jesús y a la Iglesia.

Por eso, hoy quiero especialmente homenajerar a todas aquellas mujeres cristianas católicas que se han empeñado, en reivindicar la libertad y la dignidad que el profeta de Nazaret les reconoció dentro de la Iglesia.

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