viernes, 4 de noviembre de 2016

SI NOS INTERESA LA RELIGIÓN, DEBEMOS TENER MAYOR COMPROMISO SOCIAL


Por mucho que leo y releo los Evangelios, en ellos, encuentro que el centro de las preocupaciones de Jesús no fue la religión oficial del judaísmo, sino el sufrimiento de la gente que lo rodeaba. 

Lo mismo, que no se cansa de recordarnos el papa Francisco, desde que comenzó su pontificado. Recordándonos a todos - empezando por el clero - que, por muy importante que sea la religión, es mucho más apremiante remediar el hambre y atender a la salud de niños, ancianos y enfermos.

No quiero decir con esto, que las personas que se encuentran en el ambiente de la religión no estén pendientes del sufrimiento de las personas que están en su entorno. Es verdad que instituciones religiosas como Caritas, parroquias, ongs y otras instituciones similares derrochan caridad y generosidad con incontables personas necesitadas. Esto es justo y necesario reconocerlo

Este gran problema social y humano que nos rodea debe de ser para nosotros los cristianos, un hecho de reflexión desde nuestra fe, y desde un discernimiento de los evangelios, que nos lleven a una nueva renovación de nuestro compromiso social, en función de los signos de los tiempos.

Yo supongo que nuestros políticos se dan cuenta de esto. Pero si es que ni de esto se enteran (o no les interesa), que no nos hablen más de los presuntos crecimientos económicos, que sólo cuadran con sus cuentas y proyectos. No queremos el modelo de sociedad que ellos quieren. Queremos una España más igualitaria, más justa y más honrada. O digamos, por las claras, que ni nos importa España. Ni nos interesa su religión.

Más que nunca quizás, los cristianos católicos debemos de participar con mayor compromiso en la vida política, al igual que lo hacemos en la vida universitaria, empresarial, profesional, cultural. Ignorar lo que está pasando en la calle y en las redes sociales puede ser irresponsable. En España hay una distancia creciente entre buena parte de la sociedad y sus representantes. Y el resultado se traduce en desesperanza y desencanto.

Como creyente que se siente interpelado a evangelizar, a través de su testimonio, creo que, hay motivos para apostar por una regeneración ética de nuestra sociedad. Y, si esos motivos existen, los valores que emanan del Evangelio y del Concilio Vaticano II en su Gaudium Spet, son una alternativa creíble y factible para implicarnos en esa regeneración ética.


"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).


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