Después de una de las
campañas más divisivas en la historia de los EEUU, marcada por innumerables
escándalos e insultos personales y por una presentación de proyectos políticos
por parte de Trump que hacen retroceder las conquistas humanas y sociales
siglos atrás. El pasado martes, el pueblo americano libremente eligió a Donald
Trump, como presidente de los EEUU. Estado que marca (por el momento) las
pautas de funcionamiento de este mundo globalizado.
Pues bien, mucha gente no se
da cuenta de que lo más importante, lo que estamos viviendo ahora mismo, no es
el cambio de gobierno en los EE.UU., ni el deseado cambio en la economía, ni el
anhelado (o temido) cambio de no pocas leyes y costumbres, ni los cambios en la
religión y sus gobernantes. Todo eso, por supuesto, se está produciendo. Pero,
la raíz de todos los cambios está, en este momento, en la radical
transformación que estamos viviendo en nuestra sociedad, en nuestros
pensamientos, en nuestros valores, que nos anuncian cada vez más el nuevo cambio de época en la historia de la humana.
Pero el mayor cambio que se está produciendo también en esta sociedad que hemos
llamado de la comunicación y de la información es la gran DESHUMANIZACIÓN del
ser humano. Por eso anda todo revuelto. Y por eso también, en esta inquietante
situación, son muchas (muchísimas) las personas que se hacen (o nos hacemos)
incontables preguntas para las que no encontramos respuesta.
A nada más que, realicemos
un breve estudio de la economía a lo largo de la historia, podremos observar
que estás han sido muy distintas. Sin embargo, en todas esas épocas económicas,
la relación del hombre con los bienes materiales, ha sido siempre igual, la de
atesora más y más. A esto se le ha denominado codicia
.
Ahora bien, la codicia a la
que el ser humano está llegando en esta sociedad de la globalización, es la
causa fundamental de la enorme crisis económica que se está padeciendo y que
tanto sufrimiento está produciendo, sobre los más pobres. Pues estamos viendo
que, en una economía global, los destrozos de la codicia también son globales.
Por eso, en los evangelios
podemos aprender que el que tiene centrada su vida en el propio dinero y en el
propio capital pervierte su visión de la vida, del mundo y de todo, hasta el
extremo de llegar a cegarse sólo en el atesorar y atesorar más. De forma que,
una persona así, vive en la plena oscuridad de la vida. No ve, la injusticia en
que vivimos y el destrozo humano cargado de dolor y desesperanza que todo ese
poder económico de más y más trae consigo.
De ahí la fuerza de la frase
de Jesús: “No podéis servir a dos Señores a Dios y al dinero”. La fuerza de
esta sentencia evangélica está en que quién centra su vida en el dinero, lo que
hace es construir al dinero en amo, al tiempo que él mismo se vende como
esclavo a semejante dueño. Así, el codicioso, creyendo que es libre, en
realidad es un hombre que perdido su libertad. Y vive a merced de lo que le
manden los mercados económicos.
De aquí que desde este punto
de vista cristiano urge levantar la voz para proclamar la más amplia de la
justicia social, de manera que nos llegue a humanizarnos plenamente, porque en
la medida que nos humanicemos estamos en el camino de la construcción del Reino
de Dios en la tierra.
.
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