sábado, 5 de noviembre de 2016

EVANGELIO DOMINGO 6 DE NOVIEMBRE DEL 2016. 32ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.



Evangelio según San Lucas 20, 27-38.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron: " Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella”.

Jesús les contestó: "En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: " Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos”.

COMENTARIO.-


La verdad, que hacer un comentario de este texto evangélico es algo complicado, ya que nunca creo yo, que sabremos en este mundo lo que es la vida que, por la fe, esperamos después de la muerte.

Para entender este extraño caso, que los saduceos le plantean a Jesús, hay que tener en cuenta: 1) que la teología particular del partido saduceo no admitía la resurrección de los muertos, un asunto en el que diferían radicalmente de los fariseos, que creían en la futura resurrección. 2) que en el antiguo Oriente Próximo estaba bastante extendida la ley del matrimonio levirático, que consistía en que el cuñado de una mujer tenía que dar hijos a su propio hermano muerto sin descendencia, para perpetuar el nombre del difunto. Esta costumbre había sido aceptada por los asirios, hititas y cananeos. Los judíos asumieron esta forma de matrimonio, como consta en Deut 25,5 y Gen 38, 8. (Castillo).

Lo que menos interesa, en este relato, es el caso esperpéntico que los saduceos le plantean a Jesús. Tampoco interesa, en la respuesta de Jesús, el tema de sexualidad, en el sentido de que aquí el evangelio estaría enseñando que el sexo es asunto de esta vida y de la otra vida. En la ley del levirato, lo que estaba en juego no era la sexualidad, sino la descendencia, cosa que, en caso de que haya otra vida, es un asunto que ya no interesa. (Castillo).


Lo que Jesús quiere dejar claro es que, en cualquier caso, el Dios de Jesús, el Dios que se nos revela en Jesús, es Dios de vida. O sea, es un Dios necesariamente vinculado a la vida, no a la muerte. De ahí que, si Dios sigue siendo Dios para los se nos van de este mundo, su destino no es la muerte, sino la vida. No sabemos cómo será esa vida. Lo que sabemos es que, con la muerte, no se acaba la vida. La vida sigue adelante. Y sigue, sin las limitaciones propias de esta vida. Eso es lo que este evangelio enseña.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario