Evangelio según San Juan 18,
33b-37.
En aquel tiempo, dijo Pilato
a Jesús: - «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó: - «¿Dices
eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? »
Pilato replicó: -«¿Acaso soy
yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó: - «Mi
reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría
luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de
aquí.»
Pilato le dijo: - «Conque,
¿tú eres rey?»
Jesús le contestó: - «Tú lo
dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser
testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
COMENTARIO.-
En el último domingo del año
litúrgico, la Iglesia celebra la festividad de Jesucristo Rey del Universo. La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el
Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a
reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey. Una
festividad de alto contenido teológico, pero que aún no ha llegado a ser una
fiesta popular, ni parece que tenga especial significación para la
espiritualidad de la gran mayoría de los cristianos. Y es que el título de “rey”,
aplicado a Jesús, tropieza con dos dificultades. Una la secular “mundanización”
y segunda el exagerado “misticismo”. (Castillo).
El título de rey es un
título secular, mundano. Que además está asociado, en la mentalidad de mucha
gente, a las antiguas monarquías absolutas. Por eso, aplicarle a Jesús el
título de rey tiene el peligro de evocar el poder político que tuvo religión de
Israel. Y el poder temporal que, desde el emperador Constantino, la Iglesia ha
ejercido con tanta frecuencia. Un poder, además, que hoy pretende seguir
ejerciendo, basándose en el argumento según el cual la religión es la
referencia última en los asuntos relacionados con el comportamiento ético
(Benedicto XVI). Fijar los límites y competencias de la religión en este orden
de cosas es uno de los asuntos más apremiantes del momento en que vivimos.
(Castillo).
Por otro lado, el exagerado
misticismo se puede dar en aquellas personas que, cuando piensan en Jesucristo
rey, lo ven clavado en la cruz. Lo cual responde al título que Pilatos mandó
colocar sobre la cabeza del Crucificado. Pero entonces, el peligro puede estar
en aquellos que asocian la cruz solamente con el sufrimiento y no con la lucha
contra el sufrimiento. Jesús murió crucificado, no porque Dios quiere el
sufrimiento, sino porque no lo quiere. Jesús vivió para hacer el bien y aliviar
el dolor del mundo. Eso, llevado hasta sus últimas consecuencias, es lo que a
Jesús lo llevó a la cruz. Y así es como Jesucristo es Rey: siendo bueno con todos
y haciendo el bien a todos.
Hoy en día existe muchos
Pilatos en el mundo de la economía mundial. Pilatos que, no escuchan la voz de
su conciencia, la voz de Dios y por lo tanto la voz de la verdad.
Esta crisis económica que
estamos viviendo, nos debe ayudar a comprender, que el abandono de la verdad,
el abandono de la voz de Dios en nuestro interior, está haciendo que muchos
seres humanos estén pasando las necesidades que están pasando.
Los cristianos, los
seguidores de Jesús debemos de ser la voz de la verdad en este mundo, debemos
de ser la voz de los que no tienen la oportunidad de hablar.
QUIEN ES DE LA VERDAD,
ESCUCHA LA VOZ.
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