Evangelio según San Marcos (7, 31-37).
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. El lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
“¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
COMENTARIO.-
Debemos de recordar que, los evangelios se escriben para testimoniar la experiencia viva de los primeros seguidores de Jesús; por eso quizás lo menos importante de su narración sea los acontecimientos milagrosos. Lo que debemos de buscar es más la experiencia humana que esos primeros seguidores de Jesús, hacen para tener fe en Jesús y poder continuar su camino.
Como todos sabemos el evangelio de Marcos fue el primero que se escribió, sobre los años 40. Un tiempo, posiblemente suficiente para que los miembros de esa comunidad, fueran haciéndose sordo y mudo ante las experiencias de Jesús. Por eso, el evangelista utiliza posiblemente el encuentro que Jesús tuvo con un sordomudo, para volver a despertar el interés de la comunidad en Jesús. “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”), la comunidad de Marcos tenía que abrirse a su realidad a su mundo para poder encontrar nuevamente a Jesús.
Posiblemente, también nos pase igualmente hoy a nosotros. Este año, harán cincuenta años del inicio del Concilio Vaticano II, de un acontecimiento que tuvo que suponer para Iglesia un acercamiento al mundo en el que vive. Trascurrido este tiempo, parece que nos hemos olvidado de esa apertura que el Espíritu nos trajo.
Igual que nos hemos olvidado de ese acontecimiento eclesial, nos hemos olvidado de algo más grande, de escuchar y proclamar la experiencia viva de Jesús en nosotros. Posiblemente estamos sordos y por lo tanto mudos. Posiblemente debemos escuchar también nosotros esa palabra de Jesús: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”),
En estos momentos difíciles que vivimos, muchas personas esperan la voz y el oído de la Iglesia que se llama seguidora de Jesús.
TU FE CONSISTE, EN ABRIR TU CORAZÓN A LA CONFIA Y LA FIDELIDAD EN JESÚS. PÁSALO.
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