Finaliza mañana la semana de
oración por la unidad de los cristianos que hemos celebrado bajo el lema:
"Jesús le dice: “Dame de Beber" (Jn. 4, 7). Creo que estos
acontecimientos que vivimos dentro de las comunidades cristianas, nos debe de
servir también a todos los católicos, para reflexionar que desde los comienzos
de la Iglesia, ha tenido sus conflictos internos, pero que siempre ha sabido
superar, creando puentes de unión en Cristo.
Podemos recordar esa Iglesia
inicial a los pies de Santiago en su entorno judeocristiano, a la Iglesia
renovadora de Pedro en la comunidad de Antioquia y a la eclesiología radical de
Pablo. Para continuar con, la expansionante Iglesia que nace con el emperador
Constantino, convirtiéndose el cristianismo como la religión oficial del
estado. Para llegar a la Iglesia Medieval de los grandes templos y reformas
protestantes. Como consecuencia de todas estas circunstancias, es la formación
de una Iglesia societaria, que ha llegado hasta nuestros tiempos. Una Iglesia
que sea identificado con el Papa, los Obispos, los Curas, las Monjas, etc.. y
donde los demás creyentes estaban a ser el rebaño.
Para llegar al concepto de
la Iglesia como Pueblo de Dios y de su pertenencia por igual a Él de todos los
bautizados que surgió del concilio Vaticano II.
Se pertenece a Iglesia por
el puro y simple hecho de ser bautizados, y por este ello, todos somos
corresponsables dentro de la comunidad eclesial. Es decir, todos sus miembros
sin distinción, están obligados a ser testigo de la esperanza recibida, todos
estamos llamados a la construcción del Reino de Dios.
Existe claras diferencia
entre grupos, comunidades católicas, que no comparten los principios del
Concilio. Dando esto lugar, a ciertas diferencias entre las comunidades. Lo
cual, no tiene importancia, pues como he dicho antes, desde los inicios de la
Iglesia, han existido las diferencias. El problema está, cuando por parte de
ciertos grupos, se intenta imponer sus criterios y cerrando los puentes de
unión en Cristo, llevando este comportamiento al fundamentalismo en algunas
ocasiones.
Esta semana de la unidad de
los cristianos, los católicos, debemos comprender que, el Pueblo de Dios, está
formado por distintas comunidades pero en la misma comunión de Cristo. Un
Pueblo de Dios, donde todos somos evangelizados, para poder evangelizar.
Desde mi punto de vista, lo
dicho anteriormente, es importante en la comunidad eclesial, porque de la
calidad testimonial de la cual seamos capaces de dar como Iglesia, depende que
los hombres y mujeres que, nos rodean, acojan o rechacen el mensaje que
ofrecemos.
Por eso confirmar nuestra fe
en la comunidad eclesial, es pedir nuestro sitio en ella, es pedir nuestro
derecho como miembro de ella, pero al mismo tiempo, es también pedir nuestra
obligaciones en ella.
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