Han transcurrido varios
meses del llamado 15-M, cuando surgió a la palestra nacional lo que, se
conocería después como el movimiento "democracia real, ya". Al
principio, todos pensábamos o la mayoría pensaban, entre los que, me incluyo que,
ya era hora de que, la ciudadanía se levantara y expresara su indignación ante
la situación social y económica que estamos viviendo.
Transcurridos estos meses,
se dice o se piensa, que este movimiento tal vez, haya sido liderado o absorbido
por ciertas fuerzas políticas, sindicales, ya que su actividad sea diluido
totalmente.
Posiblemente en dicho
movimiento haya impulsos y aspiraciones muy diversas y corran el peligro de ser
absorbido por otras fuerzas más interesadas en otros objetivos. Pero yo creo,
que también existen denuncias limpias de personas, que creen y aspiran a crear
una sociedad más justa y solidaria.
Por eso, independientemente
del devenir de este movimiento, una cosa si es clara, el cabreo de quienes
padecen la crisis sin haberla causado es comprensible. Porque no se puede
admitir que existan en una misma familia varias personas paradas y que dos o
tres de sus miembros no cobren nada. Mientras que los bancos saneados con el
dinero público, o sea de nuestros impuestos, se permiten no dar créditos para
ayudar a que nadie se quede sin sus casas, al contrario, agravan la situación a
pesar de que el dinero es nuestro.
No se puede admitir el
nacimiento de una nueva clase social llena de privilegios como es la clase
política. Mientras que la mayoría de los ciudadanos estamos 40 o más años
trabajando para tener una pensión mínima, ellos sólo con 12 años poseen una
pensión máxima vitalicia. No se puede admitir que la política que debe ser un
servicio a la comunidad, se haya convertido en el vivir de unos cuantos, que
llevan toda su vida en política. Los políticos tendrían que ser personas de más
de 55 años de edad, personas curtidas ya por la universidad de la vida y que solamente
permanecieran 8 años en cualquier puesto público y se terminó.
Ignorar lo que está pasando
en la calle y en las redes sociales puede ser irresponsable. En España hay una
distancia creciente entre buena parte de la sociedad y sus representantes. Y el
resultado se traduce en desesperanza y desencanto.
Como miembro de la Iglesia
Católica, y creyente en el mensaje de Jesús de Nazaret, creo que los cristianos
estamos llamados al ser interpelado por los escándalos sociales, a luchar desde
los valores del humanismo cristiano, por una regeneración ética de nuestra
sociedad. No solamente saliendo a la calle denunciando públicamente todas las
injusticias que se están cometiendo. Si no que, creo que es el momento de que
los cristianos participen en la política activa.
"Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los
pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y
angustias de los discípulos de Cristo” (GS 1).
Mi muy querido Rafael. Saludos.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo en tu planteamiento. Respecto del 15-M, he vivido de cerca ese movimiento pues en los congresos de teología de Madrid del 2011/12, han tenido presencia y pulpito en el que hablar. Convengo, junto a otros/as compañeros/as teologos/as, que este movimiento necesita un liderazgo definido y una causa determinada y explicitada. De no ser así, está avocado al fracaso absoluto. Por otro lado, admiro -como siempre- tu pasión y determinación cuando hablas de la implicación de los cristianos en todas las realidades sociales. Te diré algo, hace poco me llegó publicidad de la iglesia evangelica española, contra los recortes en sanidad. Hay gente que lo pasan fatal, por estrecheces en la atención social. ¿Nos tendremos que conformar los cristianos de Sevilla, con que la respuesta de nuestra jerarquía sea una extensa e insoportable carta pastoral del Sr. Pelegrina?
Un abrazo fortisimo, amigo.