Evangelio según San Juan 6,51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
- «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma
de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida
del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
- «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
- «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre
y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe
mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en
él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del
mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de
vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para
siempre.»
COMENTARIO.-
Con el Evangelio de este domingo, una vez más, el
evangelista Juan, nos deja claro una cosa que, Jesús es el pan vivo para sus
seguidores, como hemos podido leer en estos tres últimos domingos.
Es evidente, que el evangelista Juan, nos quiere dejar muy claro
no sólo el mensaje que su comunidad se transmite de generación en generación;
si no más bien la experiencia de vida que Jesús, desarrolla en esas primeras
comunidades. Ya que, en Jesús no vamos a
encontrar una teología de escribas, ni una religión fundamentada en ley. En Jesús,
vamos a encontrarnos con alguien, lleno de la experiencia de Dios, capaz de
alimentar nuestra forma de vivir.
Esa experiencia cristiana de las primeras comunidades, debe
de ser la experiencia de nosotros y de nuestras comunidades en estos días. La
experiencia consiste fundamentalmente en alimentar nuestra vida en Jesús, descubriendo
la fuerza que encierra para transformarnos poco a poco a lo largo de nuestros días.
Haciendo de nuestras vidas un inmenso deseo de vivir y hacer vivir a los demás.
Lógicamente, toda esa experiencia de vida humana, nos debe
de llevar a una vida espiritual comunitaria que debemos compartir en la
eucaristía, como medio de que Jesús habite en nosotros y nosotros en Él. El
abandono de esta experiencia eucarística, es hoy en día, una de las causas de
la gran crisis de nuestra fe.
Cada domingo podemos comprobar, la poca afluencia de
cristianos a la eucaristía y, el poco sentido que le damos, los que
participamos; pero si verdaderamente Jesús nos alimenta y nos da vida, ¿cómo podemos
dejar que los demás no se alimenten de Él?.
HAGAMOS QUE JESÚS HABITE EN NOSOTROS Y PARA QUE NOSOTROS
PODAMOS HABITAR EN ÉL. PÁSALO.
debemos comer del pan y caliz del salvador par encontrarle sentido a la vida
ResponderEliminarPorque toda rodilla se dobla en los cielos, en la tierra y debajo de ella, cuando se eleva el vino y el pan para convertirse en el cuerpo y sangre de Nuestro Señor
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