Evangelio según San Mateo 1,
18-24
El nacimiento de Jesucristo
fue de esta manera: la madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de
vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en
secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un
ángel del Señor, que le dijo: " José, hijo de David, no tengas reparo en
llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de los pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo
que había dicho el Señor por el profeta: " Mirad, la virgen concebirá y
dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa "
DIOS-CON-NOSOTROS “). Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el
ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer”.
COMENTARIO.-
Como es bien sabido, el
evangelio de Mateo y, por tanto este relato, se escribió unos cuarenta años
después de los hechos que cuenta. Por tanto, cuando este texto se redactó, se
sabía perfectamente lo que había sido la vida de Jesús, precisamente tal como
la presenta Mateo. Por eso, el evangelio de Mateo empieza presentando la
genealogía de Jesús, para continuar con el texto del evangelio de este domingo
donde se nos narra el nacimiento de Jesús.
Los estudiosos de los
evangelios, que han analizado detenidamente este relato, están generalmente de
acuerdo en que no tenemos garantías históricas de que lo que aquí se cuenta
sucedería realmente así. Primero, porque sólo el mismo José pudo ser quien
relatase lo que le sucedió. Pero no hay trazas de semejante cosa, ya que los
vecinos del pueblo tenían a Jesús por uno más (Mc 6, 1-6), incluso su familia
pensaba de él que estaba loco (Mc 3, 21). Además, si es que efectivamente José
pensaba que María estaba encienta, tenía que haberla denunciado, precisamente
porque eso es lo que, en aquella religión, tenía que hacer un hombre “justo”
(Deut 22, 23-27).
Entonces, ¿qué quiere
enseñar este relato? La enseñanza religiosa, que aquí se pretende transmitir,
es que Jesús no fue un hombre cualquier, sino un hombre enteramente singular,
único, que vino a este mundo por la intervención del Espíritu de Dios. Y que, por
tanto, era Hijo de Dios, título que en las culturas del S.I se daba a quienes
llevaban a cabo una misión extraordinaria.
Por lo que dice el texto de
este evangelio, la misión de Jesús fue la “salvación de los pecados”. Se puede
discutir la idea que se tenía entonces sobre el pecado. En todo caso, hablar de
“pecado” es hablar de “maldad”, que daña, que causa sufrimiento, que ofende. La
tarea de Jesús es, por tanto, remediar tanta maldad y tanto dolor, tanta ofensa
y tanta desgracia, como a diario vemos que nos causamos unos a otros. Pero, más
importante que esto, es lo que el texto dice al final: Jesús es el “Emmanuel”,
que significa “Dios con nosotros”. Es decir, Dios se hace presente entre los
humanos asumiendo y haciendo nuestras las mismas preocupaciones que vivió
Jesús. He aquí el sentido profundo que tiene este extraño relato de las
visiones de José y del nacimiento de Jesús.
DIFUNDID EL EVANGELIO.
PÁSALO.
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