Evangelio según San Marcos
10, 46-52.
En aquel tiempo, al salir
Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego,
llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al
oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar:
“¡Jesús, hijo de David, ten
compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía
gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Jesús se detuvo entonces y
dijo:
“Llámenlo”. Y llamaron al
ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”.
El ciego tiró su manto; de
un salto se puso en pie y se acercó a Jesús.
Entonces le dijo Jesús:
“¿Qué quieres que haga por
ti?”
El ciego le contestó:
“Maestro, que pueda ver”.
Jesús le dijo:
"Vete; tu fe te ha
salvado”.
Al momento recobró la vista
y comenzó a seguirlo por el camino.
COMENTARIO.-
Para comprender bien este
relato, debemos de tener en cuenta:
1º.- que la ceguera era
considerada entonces como un castigo de Dios (Ex 4, 11; Jn 9,2; Hech 13, 11).
2º.- que los ciegos se veían
obligados con frecuencia a mendigar (Mc 10, 46; Jn 9, 1-3).
3º.- que la curación de un
ciego se veía como un hecho portentoso (Jn 9, 16)
4º.- que la ceguera
simbolizaba las tinieblas del espíritu y la dureza del corazón (Is 6,9 s; Mt
15, 14-23; Jn 9, 41) (X. Léon-Dufor, Castillo).
Lo primero que el
evangelista nos quiso dejar claro con la narración de este episodio es que,
Jesús rompió con todo lo establecido sobre la marginación de las personas. La
sociedad margina y desprecia al que no es reconocido y estimado, bien por su
mísera posición económica, por su indignidad ética o por su mala imagen como
creyente (Castillo). Además en aquella época la religión contribuía a eso; ya
que la religión atribuía a castigos divinos lo que son desgracias humanas.
El evangelista recogió y quiso
transmitir que Jesús le devolvió la vista a ese hombre, porque lo libero de su
condición de mendigo, le restituyo su dignidad como persona que las creencias
religiosas y la sociedad le habían arrebatado. Bartimeo recupero vio en Jesús
la integridad de la vida, el respeto a la persona y la felicidad en el amor de
Dios. Sin duda alguna, en Bartimeo podemos ver que cuando la fe es así de
fuerte como la suya, vence toda condición y se pasa a formar parte del grupo de
los seguidores de Jesús en la construcción del Reino de dios en la tierra.
Lo que hizo Jesús fue
interpelar a cada uno de sus oyentes en su conciencia. Y les vino a decir: “Todos
somos responsables de los abusos que se cometen en este mundo”. Es decir, Jesús
remitió a cada cual para que revisara su propia culpabilidad. Esto es lo que
casi nadie hace y, sin embargo es lo que más falta nos hace. Pues, cuando se
comenten atropellos e injusticias, todos tenemos la tendencia espontánea de
buscar “un culpable”. Y pocos, muy pocos, son los que piensan en su propia
responsabilidad.
Por eso, el Evangelio de hoy
nos llama a abrir los ojos ante la realidad del mundo. Ante la realidad de las
injusticias y atropellos que en esta mundo de las tecnologías y de la
comunicación se están cometiendo y que todos cerramos los ojos o miramos hacia
otro lado. Cuando lo cierto es que si todos fuéramos más íntegros, más responsables
y más libres, sin duda alguna, este mundo funcionaria mejor y en él habría
menos sufrimiento y más respeto de todos hacia todos.
También el Evangelio de hoy
nos debe hacer reflexionar sobre esas voces que se oyen en la Iglesia de quejas,
lamentos, críticas y protestas por todas partes, sobre todo del gran abandono
de los jóvenes. Quizás la figura de Bartimeo, nos ayude a la reflexión.
Bartimeo no veía, pero si escuchaba la voz de Jesús. Puede que a nosotros nos
flaqueen las dos cosas la vista y el oído. Puede que no veamos por donde tenemos
que marchar; posiblemente no veamos el camino, porque no escuchamos la voz del
Espíritu, la voz de los signos de los tiempos.
Una fe firme e insistente es el camino para seguir a Jesús.
HAZ QUE LA VOZ DE JESÚS SE
ESCUCHE PASA ESTE EVANGELIO.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario