viernes, 2 de octubre de 2015

ANTE EL SÍNODO DE LOS OBISPOS SOBRE LA FAMILIA

El Evangelio del próximo domingo  4 de Octubre correspondiente a la veintisiete semana del tiempo ordinario, me sirve también para hacer una pequeña reflexión sobre el próximo Sínodo de Obispos sobre la Familia.

A pocas horas de que arranque la segunda -y definitiva- fase del Sínodo de Obispos sobre la Familia, sería conveniente repasar un poco todo el camino andado.

Del  5 al 19 de octubre del 2104, da comienzo la primera fase del sínodo, sobre el tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, creo que es importante hacer algunas reflexiones.

Esta asamblea sinodal nos indicaba el Papa Francisco en su carta de anuncio de este sínodo.: “está dedicada de modo especial a ustedes, a su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia”.  Como saben, a esta Asamblea sinodal extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el mismo tema de la familia.

Para el desarrollo del trabajo se decidió obtener "aportaciones de las fuentes locales", mediante la distribución del cuestionario  39 preguntas. El análisis de los resultados del cuestionario ha permitido conocer las opiniones de los católicos. Una de las respuestas más llamativas fue que los fieles se resistían a la doctrina de la Iglesia sobre «el control de la natalidad, el divorcio y las nuevas nupcias, la homosexualidad, las relaciones prematrimoniales o la fecundación in vitro». Otra de las conclusiones fue que los fieles católicos estaban de acuerdo con el papa Bergoglio cuando expresó respecto de los homosexuales: «¿Quién soy para juzgar?, con lo que los católicos encuestados abogaban para que los homosexuales fueran tratados con respeto y delicadeza, evitando «todo signo de discriminación injusta».

Las cuestiones que se plantean, podemos ver y observar, que son principalmente de orden moral más que de vivencia evangélica. Y esto, es claro y evidente del reflejo de pastorales familiares que ha ido más encaminadas al control de la sexualidad y de la vida íntima de la pareja que al fomento del espíritu evangélico en el seno de la familia. Cuestiones morales que a veces han actuado como piedras de molino sobre las parejas y al fin al cabo sobre las familias, ya que en algunas a consecuencias de estas inestabilidades morales se rompía el equilibrio de la convivencia familiar, como así, el equilibrio de los valores evangélicos.

Lógicamente esto quiere decir que los divorciados, que han estado casado canónicamente y que por circunstancias de la vida, han tenido que decir separarse, por el bien de todos los miembros familiares, y que ambos cuidan de los hijos según sus acuerdos, ya no tienen cabida aquí. Las madres solteras, víctimas de la infidelidad de un hombre, o aquellas mujeres llenas de caridad, que han decido recoger a uno de esos miles de niños abandonados, para darle lo mejor de su vida, tampoco tendrían sitio en el modelo de familia. Y como no, los padres solteros, hombres que con sus hijos se ven también abandonados por su mujer y su madre, o el hombre que recoge a un niño llegado de una patera, y que se ofrece generosamente para cuidarlo como padre, tampoco formarían una familia.

Y, por supuesto, los padres y madres que deciden tener sólo un hijo o, a lo sumo dos, por responsabilidad paternal. Tampoco entran en el concepto de familia tradicional, cuyo fin es la procreación.

Todas estas circunstancias y todas estas personas forman parte nuestra sociedad actual, y como no, de la Iglesia actual.

Por eso, cuando la Iglesia no actúa como madre acogedora, como madre abierta a las circunstancias de las personas y a los signos de los tiempos, viene el rechazo de los hijos a su madre.

Que la familia es una institución a valorar y proteger, esto no tiene discusión ninguna. Porqué está demostrado por la experiencia que cuando en una sociedad, la estabilidad de la institución familiar se deshace, todo el tejido social se descompone. Y cuando este tejido social de un país, un pueblo, se descompone da lugar a conflictos entre los géneros, violencia de los hombres contra las mujeres; y de éstas contra los hombres. Y, lo que es más preocupante, la violencia contra los hijos, contra los niños, en todas las formas imaginables.  Por eso debemos abordar la pastoral familiar desde los valores y alegría del Evangelio en función de los signos de los tiempos y no desde normas de otros tiempos. Pues, ¿aceptaría Jesús  hoy en día a un divorciado a su mesa?

Transcurrido un año y pasada ya la tempestad y desde la calma podemos analizar un poco el Sínodo desde dos puntos fundamentales, primero desde su contenido y segundo desde la unidad de la Iglesia.

La oficina de prensa del Vaticano, ha explicado que el documento aprobado en dicho Sínodo es un texto de propuestas de los obispos sobre el que trabajar durante un año de cara al próximo Sínodo ordinario de octubre de 2015, que también abordará el tema de la familia.

Según se desprende de los resultados de las votaciones, no todos los 62 puntos obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida en el pasado para este tipo de documentos, pero consiguieron una mayoría y por tanto forman parte del mismo.

Entre ellos, el punto 52 en el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el que más votos en contra tuvo, pero fue aprobado finalmente por 104 a favor y 74 en contra.

Lo mismo ocurrió con el punto 53, 112 a favor y 63 en contra, que instaba a continuar estudiando la posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir "la comunión espiritual" o el "por qué no pueden recibir la comunión sacramental".

Otro de los puntos aprobados, aunque con 62 votos contrarios, fue el relativo a los homosexuales.

La mayoría aprobó que "los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza" y que se "evitará cualquier marca de discriminación".

Sin embargo, los obispos han subrayado "que no se pueden establecer analogías, ni si quiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia".

El documento dedica un amplio espacio a exaltar "la belleza" de la familia tradicional y fiel, pero asegura que la Iglesia "como madre atenta" debe acompañar "con misericordia y paciencia" a las familias frágiles o heridas.

Además, la Iglesia intentará "ayudar a lograr la plenitud del plan de Dios" a las parejas casadas por lo civil, divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, afirma el documento.

El texto reconoce también algunos valores en estas parejas que "cumplen el bien, se hacen cargo los unos de los otros y están al servicio de las comunidades en las que viven y trabajan".

Todas estas reflexiones tendrán que ser ahora "maduradas y analizadas" por las Iglesias locales" para preparar el camino del Sínodo de octubre de 2015.

En su discurso de clausura, "el Papa Francisco ha hablado de dos tentaciones: la rigidez hostil y el bien destructivo".

Francisco proclamó que en la asamblea no se ha puesto en entredicho la "verdad fundamental" del "sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".

Así lo afirmó el papa Bergoglio en un discurso pronunciado ante los participantes en este Sínodo, a quienes dijo que su papel como líder de la Iglesia Católica es el de "garantizar la unidad", tras los debates en los que se abordaron cuestiones como la acogida a los homosexuales o a los divorciados vueltos a casar.

Además, el papa dijo que la Iglesia Católica "no mira a la humanidad desde una torre de cristal para juzgar o clasificar a las personas". Sus palabras han cosechado una ovación de más de cinco minutos. Y la Iglesia no se ha roto, y sigue adelante.

Pero a pesar de estas palabras del Papa, en la Iglesia suena las voces de la gran victoria del Papa en el Sínodo. Yo no creo, que el Papa este en la confianza de que ha ganado, ni mucho menos ciertos sectores de afines al Papa; más bien se cree que ha ganado la Iglesia porque mostró al mundo, una vez más, su credibilidad evangélica.

El Evangelio nos ayuda a comprender mejor todas estas circunstancias
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.» Lc (12,54-59)

Jesús hace un llamamiento para que sepamos “interpretar el tiempo presente”, para que sepamos “lo que se debe hacer”. Hay situaciones en la vida en las que se produce un cambio de época: termina una etapa de la historia y comienza otra. Jesús nos avisa: “!No seáis hipócritas!” ¿No estamos viendo el cambio? No es un cambio a peor, sino a algo nuevo, que intuimos, pero que no podemos todavía precisar. Es decisivo, en estas situaciones superar el miedo. Las religiones tienen miedo. Porque tienen sus raíces en tradiciones y costumbres de un pasado al que se aferran. (Castillo).

Por eso, cuando la Iglesia no actúa como madre acogedora, como madre abierta a las circunstancias de las personas y a los signos de los tiempos, viene el rechazo de los hijos a su madre.


Dentro también de dos meses el Papa Francisco nos invitará a un año dedicado a la MISERICORDIA, posiblemente este debería ser el primer paso del Sínodo. Lo importante es captar que esta misericordia no es un sentimiento más, sino la reacción básica de Jesús que dirige y configura toda su actuación. No viene motivada por interés alguno. Es amor gratuito que brota en Jesús desde el misterio insondable de Dios. Desde esta misericordia se entiende toda su acción salvadora (Pagola).


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario