El Evangelio del próximo
domingo 4 de Octubre correspondiente a
la veintisiete semana del tiempo ordinario, me sirve también para hacer una
pequeña reflexión sobre el próximo Sínodo de Obispos sobre la Familia.
A pocas horas de que
arranque la segunda -y definitiva- fase del Sínodo de Obispos sobre la Familia,
sería conveniente repasar un poco todo el camino andado.
Del 5 al 19 de octubre del 2104, da comienzo la
primera fase del sínodo, sobre el tema “Los desafíos pastorales de la familia
en el contexto de la evangelización”, creo que es importante hacer algunas
reflexiones.
Esta asamblea sinodal nos
indicaba el Papa Francisco en su carta de anuncio de este sínodo.: “está
dedicada de modo especial a ustedes, a su vocación y misión en la Iglesia y en
la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación
de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia”. Como saben, a esta Asamblea sinodal
extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el
mismo tema de la familia.
Para el desarrollo del
trabajo se decidió obtener "aportaciones de las fuentes locales",
mediante la distribución del cuestionario
39 preguntas. El análisis de los resultados del cuestionario ha
permitido conocer las opiniones de los católicos. Una de las respuestas más
llamativas fue que los fieles se resistían a la doctrina de la Iglesia sobre
«el control de la natalidad, el divorcio y las nuevas nupcias, la
homosexualidad, las relaciones prematrimoniales o la fecundación in vitro».
Otra de las conclusiones fue que los fieles católicos estaban de acuerdo con el
papa Bergoglio cuando expresó respecto de los homosexuales: «¿Quién soy para
juzgar?, con lo que los católicos encuestados abogaban para que los
homosexuales fueran tratados con respeto y delicadeza, evitando «todo signo de
discriminación injusta».
Las cuestiones que se
plantean, podemos ver y observar, que son principalmente de orden moral más que
de vivencia evangélica. Y esto, es claro y evidente del reflejo de pastorales
familiares que ha ido más encaminadas al control de la sexualidad y de la vida
íntima de la pareja que al fomento del espíritu evangélico en el seno de la
familia. Cuestiones morales que a veces han actuado como piedras de molino
sobre las parejas y al fin al cabo sobre las familias, ya que en algunas a
consecuencias de estas inestabilidades morales se rompía el equilibrio de la
convivencia familiar, como así, el equilibrio de los valores evangélicos.
Lógicamente esto quiere
decir que los divorciados, que han estado casado canónicamente y que por
circunstancias de la vida, han tenido que decir separarse, por el bien de todos
los miembros familiares, y que ambos cuidan de los hijos según sus acuerdos, ya
no tienen cabida aquí. Las madres solteras, víctimas de la infidelidad de un
hombre, o aquellas mujeres llenas de caridad, que han decido recoger a uno de
esos miles de niños abandonados, para darle lo mejor de su vida, tampoco
tendrían sitio en el modelo de familia. Y como no, los padres solteros, hombres
que con sus hijos se ven también abandonados por su mujer y su madre, o el
hombre que recoge a un niño llegado de una patera, y que se ofrece
generosamente para cuidarlo como padre, tampoco formarían una familia.
Y, por supuesto, los padres
y madres que deciden tener sólo un hijo o, a lo sumo dos, por responsabilidad
paternal. Tampoco entran en el concepto de familia tradicional, cuyo fin es la
procreación.
Todas estas circunstancias y
todas estas personas forman parte nuestra sociedad actual, y como no, de la
Iglesia actual.
Por eso, cuando la Iglesia
no actúa como madre acogedora, como madre abierta a las circunstancias de las
personas y a los signos de los tiempos, viene el rechazo de los hijos a su
madre.
Que la familia es una
institución a valorar y proteger, esto no tiene discusión ninguna. Porqué está
demostrado por la experiencia que cuando en una sociedad, la estabilidad de la
institución familiar se deshace, todo el tejido social se descompone. Y cuando
este tejido social de un país, un pueblo, se descompone da lugar a conflictos
entre los géneros, violencia de los hombres contra las mujeres; y de éstas
contra los hombres. Y, lo que es más preocupante, la violencia contra los
hijos, contra los niños, en todas las formas imaginables. Por eso debemos abordar la pastoral familiar
desde los valores y alegría del Evangelio en función de los signos de los
tiempos y no desde normas de otros tiempos. Pues, ¿aceptaría Jesús hoy en día a un divorciado a su mesa?
Transcurrido un año y pasada
ya la tempestad y desde la calma podemos analizar un poco el Sínodo desde dos
puntos fundamentales, primero desde su contenido y segundo desde la unidad de
la Iglesia.
La oficina de prensa del
Vaticano, ha explicado que el documento aprobado en dicho Sínodo es un texto de
propuestas de los obispos sobre el que trabajar durante un año de cara al
próximo Sínodo ordinario de octubre de 2015, que también abordará el tema de la
familia.
Según se desprende de los
resultados de las votaciones, no todos los 62 puntos obtuvieron la mayoría de
dos tercios requerida en el pasado para este tipo de documentos, pero
consiguieron una mayoría y por tanto forman parte del mismo.
Entre ellos, el punto 52 en
el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que
se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el que más votos en
contra tuvo, pero fue aprobado finalmente por 104 a favor y 74 en contra.
Lo mismo ocurrió con el
punto 53, 112 a favor y 63 en contra, que instaba a continuar estudiando la
posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir
"la comunión espiritual" o el "por qué no pueden recibir la
comunión sacramental".
Otro de los puntos
aprobados, aunque con 62 votos contrarios, fue el relativo a los homosexuales.
La mayoría aprobó que
"los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos
con respeto y delicadeza" y que se "evitará cualquier marca de
discriminación".
Sin embargo, los obispos han
subrayado "que no se pueden establecer analogías, ni si quiera remotas,
entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la
familia".
El documento dedica un
amplio espacio a exaltar "la belleza" de la familia tradicional y
fiel, pero asegura que la Iglesia "como madre atenta" debe acompañar
"con misericordia y paciencia" a las familias frágiles o heridas.
Además, la Iglesia intentará
"ayudar a lograr la plenitud del plan de Dios" a las parejas casadas
por lo civil, divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, afirma
el documento.
El texto reconoce también
algunos valores en estas parejas que "cumplen el bien, se hacen cargo los
unos de los otros y están al servicio de las comunidades en las que viven y
trabajan".
Todas estas reflexiones
tendrán que ser ahora "maduradas y analizadas" por las Iglesias
locales" para preparar el camino del Sínodo de octubre de 2015.
En su discurso de clausura,
"el Papa Francisco ha hablado de dos tentaciones: la rigidez hostil y el
bien destructivo".
Francisco proclamó que en la
asamblea no se ha puesto en entredicho la "verdad fundamental" del
"sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".
Así lo afirmó el papa
Bergoglio en un discurso pronunciado ante los participantes en este Sínodo, a
quienes dijo que su papel como líder de la Iglesia Católica es el de
"garantizar la unidad", tras los debates en los que se abordaron
cuestiones como la acogida a los homosexuales o a los divorciados vueltos a
casar.
Además, el papa dijo que la
Iglesia Católica "no mira a la humanidad desde una torre de cristal para
juzgar o clasificar a las personas". Sus palabras han cosechado una
ovación de más de cinco minutos. Y la Iglesia no se ha roto, y sigue adelante.
Pero a pesar de estas
palabras del Papa, en la Iglesia suena las voces de la gran victoria del Papa
en el Sínodo. Yo no creo, que el Papa este en la confianza de que ha ganado, ni
mucho menos ciertos sectores de afines al Papa; más bien se cree que ha ganado
la Iglesia porque mostró al mundo, una vez más, su credibilidad evangélica.
El Evangelio nos ayuda a
comprender mejor todas estas circunstancias
En aquel tiempo, decía Jesús
a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida:
"Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís:
"Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar
el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?
¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges
al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo
con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez
te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no
saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.» Lc (12,54-59)
Jesús hace un llamamiento
para que sepamos “interpretar el tiempo presente”, para que sepamos “lo que se
debe hacer”. Hay situaciones en la vida en las que se produce un cambio de
época: termina una etapa de la historia y comienza otra. Jesús nos avisa: “!No
seáis hipócritas!” ¿No estamos viendo el cambio? No es un cambio a peor, sino a
algo nuevo, que intuimos, pero que no podemos todavía precisar. Es decisivo, en
estas situaciones superar el miedo. Las religiones tienen miedo. Porque tienen
sus raíces en tradiciones y costumbres de un pasado al que se aferran.
(Castillo).
Por eso, cuando la Iglesia
no actúa como madre acogedora, como madre abierta a las circunstancias de las
personas y a los signos de los tiempos, viene el rechazo de los hijos a su
madre.
Dentro también de dos meses
el Papa Francisco nos invitará a un año dedicado a la MISERICORDIA,
posiblemente este debería ser el primer paso del Sínodo. Lo importante es
captar que esta misericordia no es un sentimiento más, sino la reacción básica
de Jesús que dirige y configura toda su actuación. No viene motivada por
interés alguno. Es amor gratuito que brota en Jesús desde el misterio
insondable de Dios. Desde esta misericordia se entiende toda su acción
salvadora (Pagola).
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