Evangelio según San Marcos
13, 33-37
En aquel tiempo dijo Jesús a
sus discípulos: “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual
que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus
criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, porque no
sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al
canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre
dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!".
COMENTARIO.-
Con este texto del evangelio
de Marcos, comenzamos el nuevo año litúrgico que denominamos ciclo B y que
vendrá acompañado fundamentalmente por el evangelio de Marcos. Al mismo tiempo
que empezamos el ADVIENTO.
El Adviento es el tiempo
litúrgico de las cuatro semanas que dedicamos a preparar la Navidad. Día en el
que se nos recuerda que Dios, en Jesús, se hizo presente en la historia de la
humidad. Para eso se exige, ante todo, estar atentos y vigilantes. Porque desde
el instante en que Dios entra a formar parte de la historia de la humanidad en
la persona de Jesús de Nazaret, estamos llamados nosotros hacer testigos de Él.
Para entender bien este
texto que la liturgia nos recoge hoy en el comienzo del ADVIENTO, debemos de
buscar su contexto. Jesús está en Jerusalén, sentado en el monte de Los Olivos,
mirando hacia el Templo y conversando confidencialmente con cuatro discípulos:
Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Jesús anuncia dos cosas: 1º- la destrucción del
Templo y en segundo lugar la caída del sol, la luna y las estrellas. No debemos
de olvidar que Jesús esperaba una venida inminente del Reino, pero que a medida
que pasaba el tiempo, lo que veía era una venida inmediata de su muerte. Esto
hizo que a Jesús, le preocupara cómo vivirán sus seguidores cuando ya no le
tengan entre ellos. Jesús hace a sus discípulos una recomendación: mantenerse
despiertos.
Por eso, la llamada a la
vigilancia, que hay en este evangelio, es la conclusión del discurso que, según
Marcos, Jesús pronunció antes de su muerte. Primero, la destrucción del Templo,
lo que representa acabar con las cosas sagradas que no nos llevan a Dios y la
caída de los poderes y las cosas que nos dejan de ser humano en la
representación de la caída del sol, la luna y las estrellas. Por eso, en este
tiempo de ADVIENTO, debemos de prepararnos y de ir pensando lo que fue la
presencia de Jesús en la historia de la humanidad. Una presencia que nos llevó
a entender la religión no como una cosa centrada en templo y en las cosas del
templo, sino como un estilo de vida presente en todos los acontecimientos del
ser humano y de la humanidad
Todo lo contrario de lo que
nosotros posiblemente hacemos. Pues en lugar, de hacer del evangelio una
lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud vigilante,
lo sustituimos por normas y leyes eclesiales que no nos dejan llegar al
verdadero encuentro con Cristo.
"Lo que os digo a
vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!", dijo Jesús. Por eso, deberíamos
preguntarnos:
- ¿Es posible contagiar la
fe en este mundo, sin estar nosotros en el mundo?,
- ¿Es posible llevar el
Evangelio al mundo, ignorando los pensamientos, los sentimientos de los hombres
y mujeres que nos rodean en este mundo?,
- ¿No es un error, dar
respuestas de otros tiempos y momentos?
EN VERDAD, LO QUE JESÚS
QUIERE ES QUE ESTEMOS, EN VELA, PENDIENTE Y ATENTO DE TODO LO QUE OCURRE A
NUESTRO ALREDEDOR Y QUE ESTEMOS PREPARADOS PARA PODER DAR TESTIMONIO DE ÉL EN
ESOS ACONTECIMIENTOS. PORQUE EN FUNCIÓN DE NUESTRO COMPORTAMIENTO ASÍ SERÁ SU
VENIDA.
Invitemos en nuestras
parroquias, comunidades, hermandades, a nuestros hermanos a vivir el adviento.
Lleguemos todos unidos a la Navidad, recibamos todos esa Navidad, como una
revolución de valores.
Que también este domingo no
sea solo la apertura al año litúrgico, sino la continuación en la vivencia de
la Iglesia de ese año litúrgico.
FELIZ TIEMPO DE ADVIENTO.
DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.
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