Las posiciones de la Iglesia
católica en materia de divorcio y contracepción suscitan críticas de los
fieles, según las respuestas del cuestionario del Vaticano sobre los
desafíos de la familia, tema de un consistorio previsto por el Papa dentro de
dos semanas.
Ocho meses después de su elección,
el Papa Francisco lanzó en noviembre una consulta mundial sobre la
evolución de la familia moderna, a través de un cuestionario enviado a los
obispos de todo el mundo en el que se abordaban temas tabúes como el matrimonio
homosexual, las parejas de hecho, el divorcio y la natalidad.
El documento incluía un
cuestionario con 38 preguntas, en el que se proponía a los obispos que
respondieran a temas vetados hasta ahora a la Iglesia Católica basado en
respuestas tanto de fieles como de párrocos.
Las numerosas respuestas son
elaboradas actualmente por el Vaticano y es posible que el tema sea
abordado durante la asamblea de cardenales o consistorio que se celebrará el 20
y 21 de febrero.
De todos modos, el documento
preparatorio, que según la tradicional metodología de la Iglesia debe reflejar
las varias visiones de los creyentes con respecto a temas delicados y de gran
actualidad que aquejan a la familia moderna, será debatido ampliamente durante
el sínodo, o asamblea de obispos, que se celebrará en octubre del 2014.
Mientras en los países
desarrollados el cuestionario fue recibido con gran interés, en los países del
sur del mundo, en particular de Asia y África, genera desconcierto, dado
que algunos de los temas tratados resultan casi prohibidos, explicaron
fuentes religiosas.
Las respuestas provenientes
de los católicos de Alemania y Suiza van a caer como un balde frío
sobre los sectores más conservadores, ya que en ellas se pide el retiro de
anatemas doctrinales lanzados por Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Según una encuesta pública
hecha por la iglesia suiza, basada en 23,636 respuestas, la mayoría de los
consultados, de los cuales el 90% se declararon católicos, "esperan que la
Iglesia reconozca y bendiga a los divorciados que se vuelven a casar", y
les permita comulgar, algo prohibido hasta ahora.
El 60% "aprueba que la Iglesia
reconozca a las parejas homosexuales", aunque también una buena
mayoría (80%) considera que el matrimonio religioso es sumamente importante
para la pareja, lo que denota una "diferencia" de visión entre
generaciones e inclusive entre sexos, explicaron los obispos locales.
La Iglesia alemana recalca
en cambio la falta de respeto de las reglas por parte de la mayoría
de los católicos y asegura que la convivencia es un fenómeno "casi
universal" entre los jóvenes, ya que consideran "irresponsable"
casarse antes de constatar la solidez de la relación.
También critican la
anulación del matrimonio católico, su alto costo y hasta la falta de
"misericordia" por parte de la Iglesia ante los problemas de la
pareja que la solicita, sometida a un doloroso enfrentamiento.
En América Latina, algunos
religiosos temen que el cuestionario no refleje la realidad del mundo católico
por temor a la censura por parte de las instituciones internas de la
Iglesia.
Temas como el aborto, el
matrimonio homosexual, la anulación del matrimonio católico están sobre el
tapete de discusión en casi toda la región, con el mayor número de católicos
del mundo.
Además, buena parte de
los presidentes de la República latinoamericanos son divorciados que se han
vuelto casar, por lo que con ocasión de las visitas oficiales al Papa en el
Vaticano son recibidos sin la segunda esposa por exigencias de la Santa Sede,
algo que resulta para muchos fieles una hipocresía.
Otro tema importante es el
de la sexualidad y la contracepción, que para muchos católicos es un
argumento en el que la Iglesia no debe imponer normas, según comentaba
recientemente en una entrevista el obispo Pierre Marie Carré, de la conferencia
episcopal francesa.
Después del sínodo
extraordinario del 2014 se celebrará en el 2015 un sínodo ordinario, que podría
adoptar medidas revolucionarias para la Iglesia católica, aunque muchos
recuerdan que Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, tenía posiciones
conservadores y fue un acérrimo enemigo del matrimonio gay.
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