Según los grandes teólogos, para la " recepción "
de un concilio, son necesario cincuenta años, para que sus enseñanzas sean
plenamente aceptadas y vividas entre los miembros de la Iglesia.
¿Creemos que las enseñanzas de ese concilio ha sido
plenamente aceptadas?
Desde mi punto de vista, creo que NO. La verdad no podemos
decir que durante estos casi cincuenta años, se halla producido una enseñanza y
vivencia plena del Concilio Vaticano II.
Me explico, yo soy hijo del concilio, es decir tengo la edad
del concilio, me he criado con el concilio y nadie me ha explicado en mi
entorno familiar, parroquial, eclesiástico y colegial el concilio Vaticano II.
Yo estudio el concilio, cuando realizó mis estudios de teología, hablamos ya de
18 años. Hasta entonces, todo el mundo nombra el concilio, tiene referencia de
él y creen que el concilio ha consistido en que los sacerdotes visten de
paisano, las religiosas y religiosos exactamente igual y que la misa se dice en
español y el sacerdote nos mira.
Esto quiere decir lógicamente que las personas que hoy
tienen unos cincuenta años eran prácticamente unos chiquillos cuando se celebró
el Concilio. Y, la gente que vivieron el Concilio y se dieron cuenta del
acontecimiento, puede tener de los 80 años en adelante. Personas mayores como
los párrocos de mi ciudad, que lo mucho que aprendieron del Concilio fue lo
poco que leyó de unos ejemplares, que no sabe como llegaron a sus manos.
En definitiva, lo que quiero decir, es que el Concilio es,
para bastante gente de la Iglesia, el gran desconocido. Y lo que es
desconocido, no sirve para nada, pues es desconocido, o sea no se sabe. Y esto
creo yo, que ha sido malo para la Iglesia, por que para unos ha sido un hecho
que pasó a la historia, que ya tiene poca actualidad y que, en buena medida, no
representa gran cosa en este momento. Para otros, ha sido el gran desconocido
del mundo eclesial. Y para otros el fracaso de la Iglesia, pues no ha resulto
sus necesidades, si es más ha creado problemas para la Iglesia.
Consecuencia de todo esto, es que el reciclaje que la
Iglesia como consecuencia del Vaticano II , ha tenido que experimentar para
ponerse a la altura de la historia, no lo ha hecho y eso está pasando factura.
La Iglesia tiene la fea costumbre de aferrarse hasta tal punto a su tradición
de tiempos pasados, que con demasiada frecuencia llega tarde y mal a escuchar
" LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS ", es decir, a aceptar los cambios
culturales, integrando lo nuevo para vivir en el tiempo presente y poder
entender a la gente de cada momento y de cada cultura, cosa que es
absolutamente indispensable para poder decir lo que hay que decir de manera que
se audible y resulte aceptable. De lo contrario la institución eclesiástica
tiene el peligro de seguir pensando como pensaba en tiempos ya lejanos. Y el
peligro de seguir hablando como hablaban unas gentes que existieron en siglos
pasados, pero que ya no existen. De ahí la frecuente dificultad que tienen los
" hombres de Iglesia " para dialogar en serio con muchas personas
normales de nuestro tiempo. ( J.M. Castillo )
Lo cierto y verdad, es que desde mi punto de vista, difícilmente
se va a producir la " RECEPCIÓN " del Vaticano II.
En primer lugar, por que en estos momentos dentro de la
Iglesia falta una generación humana, que siga trabajando en este sentido. Es
decir, los jóvenes, nuestros hijos, o sea los nietos del Concilio. Esta
generación, sea criado ya fuera del influjo de la Iglesia. La prueba está -
aunque las encuesta del CIS diga que el 74,4 de los españoles se consideran
católicos, solamente el 14,4 son practicantes -; en que en la diócesis de
Burgos por poner un ejemplo ha bajado ya un 30% de los bautizos de los niños
nacidos. Las primeras comuniones también han bajado en un 30% de los niños en
edad de realizarla. Este año se han casado más pareja por lo civil, que por la
Iglesia. Y estoy hablando de actos religiosos convertidos en actos sociales.
En segundo lugar, desde la curia vaticana existieron los
primeros años, al igual que cuando un niño empieza andar. Pero después, desde
mi punto de vista se abandonó al niño. Y este creció entre dos aguas. El
conservadurismo de lo existente y el progresismo de la realidad de la vida.
Diferencia que cada vez más desgraciadamente se va produciendo. Creando desde
mi punto de vista un gran conflicto interno en la Iglesia y externo en la
sociedad. Llegándose últimamente a pensar que los resultados del Concilio, han
sido un gran fracaso, que ha llevado al abandono de las personas de la Iglesia,
y lo que se debe de hacer es volver a lo anterior que es cuando teníamos las
Iglesias llenas.
Lo cierto y verdad es que necesitamos centrar a la Iglesia
con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del Reino de
Dios. Muchas cosas habrá que hacer, pero ninguna más decisiva que esta
conversión, la de volver al mensaje de Jesús. Una Iglesia más sencilla,
fraterna y buena, humilde y vulnerable, que comparte las preguntas, conflictos,
alegrías y desgracias de la gente. Creando nuevas formas y lenguajes de
evangelización, basado en el diálogo y en nuevos carismas que nos permitan
comunicar la experiencia viva de Jesucristo.
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