Evangelio según San Lucas
14,25-33.
Junto con Jesús iba un gran
gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
"Cualquiera que venga a
mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus
hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz
y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar
una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con
qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y
todos los que lo vean se rían de él, diciendo:’ Este comenzó a edificar y no
pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta
antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra
él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos,
envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera,
cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi
discípulo.
COMENTARIO.-
El Evangelio de este
domingo, nos interpela a reflexionar sobre varios temas.
Es evidente, que hemos ido
cambiando distintos hábitos y costumbre. Llegado Septiembre, existe desde hace
unos años, una cierta atmosfera en la sociedad como si en esta época, después
de vacaciones comenzara un nuevo año, es decir, como si Enero lo hubiésemos
trasladado a Septiembre.
Y digo esto, porque después
del periodo vacacional todos venimos con nuevos proyectos, nuevos planes,
nuevas ideas, etc.. En la sociedad, se habla del inicio del curso político, del
curso escolar, del curso pastoral, del curso empresarial.
En verdad, se comienza un
nuevo curso pastoral. Y, como todos los años, los responsables de estas
programaciones, hacen todo lo que está en sus manos por planificar lo mejor
posible ese curso.
Pero, siguiendo las
enseñanzas del evangelio de este domingo; antes de programar este curso,
debemos de realizar un estudio de nuestras necesidades comunitarias. Es decir, ¿somos
conscientes de la realidad que nos rodea?
Jesús, nos lo dice en el
Evangelio: "¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se
sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea
que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los
que miran, diciendo: Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a
deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con
veinte mil?”
Y digo todo esto, porque
¿cuántos años llevamos quejándonos de las faltas de vocaciones, de la ausencia
de los creyentes en la Iglesia, de los templos vacíos, etc...? Entonces deberíamos
plantearnos, ¿está nuestra pastoral de acorde con las necesidades de nuestra
comunidad?
¿No será que planificamos
más, para intentar atraer a los que están fuera, que para los que están dentro
de la Iglesia? Nos preocupamos más por traer personas, hacer grupos más grande,
numerosos; que hacer grande lo que ya tenemos en esas pequeñas comunidades.
¿Cuándo nos vamos a sentar
para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos el camino que hemos
de seguir? ¿No necesitamos dedicar más tiempo, más escucha del evangelio y más
meditación para descubrir llamadas, despertar carismas y cultivar un estilo
renovado de seguimiento a Jesús?
Jesús llama también en el
Evangelio de este domingo al realismo social que estamos viviendo. Estamos
viviendo un cambio sociocultural sin precedentes, en todos los sectores
sociales que hemos bautizado como la globalización del mundo. En este entorno
que nos ha tocado vivir, ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que
está naciendo, sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible
facilitar el acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y
el lenguaje de los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error
responder a los retos de hoy con estrategias de ayer? ¿No es un error grande
pensar que tiempos pasados fueron mejores?
Posiblemente el no afrontar
los nuevos signos de los tiempos en la Iglesia, puede suceder lo que nos dice
el Evangelio en la parábola, la "torre inacabada".
El Papa Francisco nos
demuestra día a día esos cambios necesarios en el seno de la Iglesia, sus
hermanos en el episcopado español no sé si lo ven o no lo quieren ver.
Coger la cruz de Cristo, no
es mortificarse, vivir en la tristeza y en el dolor. Coger la cruz de Cristo es
ser RESPONSABLE CON LA REALIDAD QUE NOS RODEA Y ACTUALIZAR SU MENSAJE A LOS
SIGNOS DE LOS TIEMPOS
DIFUNDID EL EVANGELIO.
PÁSALO.
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