martes, 8 de febrero de 2011

EN LA IGLESIA TENEMOS PROBLEMAS MAS IMPORTANTES QUE EL CELIBATO. PERO ÉSTE, ES UN TEMA QUE DEBEMOS SOLUCIONAR YA.

El pasado viernes, un grupo de 144 teólogos pidió a la Iglesia católica que aboliera el celibato sacerdotal y permitiera la ordenación de mujeres. Sin embargo, la Conferencia Episcopal Alemana rechazó tal documento y pidió una "mayor profundización" en los temas del celibato y la ordenación de mujeres en la Iglesia, en un comunicado publicado en el 'Osservatore Romano'.

La respuesta del Vaticano a estos 144 teólogos alemanes, ha llegado atráves del Prefecto para la Congregación del Clero, el cardenal Mauro Piacenza. El cual, ha subrayado que el celibato sacerdotal tiene "una validez perenne" y ha recordado la Encíclica 'Sacedotalis Celibatus' de Pablo VI, en la que se afirma que Jesús permaneció virgen toda su vida.

Lógicamente nada de eso consta en los Evangelio. Lo cual quiere decir, que para los primeros cristianos, este dato sobre la virginidad de Jesús, no fue una cosa tan importante en su misión de anunciar el Reino de Dios. Ni creo que la virginidad o no virginidad de Jesús, deje de ver que Dios se hizo hombre en Jesús. Lo importante creo yo, es que a Dios solamente lo podemos encontrar en la medida en que vivimos como vivió Jesús. Y Jesús vivió, según nos cuentan los evangelios haciendo el bien a los demás y nos enseñó, que en la medida que hacemos el bien y hacemos felices a los demás, estamos haciendo a Dios presente en este mundo y por lo tanto estamos construyendo el Reino de Dios.

Debo aclarar que la "ley del celibato" no se impuso a comienzos del s. IV, en el concilio de Elvira (Granada). Lo que en aquel concilio se impuso fue la "ley de la continencia" conyugal. Es decir, los sacerdotes podían estar casados. Y, de hecho, muchos lo estaban. Lo que no podían era cohabitar conyugalmente con su esposa. Esta legislación tan estrambótica se mantuvo así hasta el concilio II de Letrán (1139) que privó de oficio y beneficio a los "ordenados" (subdiáconos y diáconos) que intentasen contraer matrimonio. Pero, hablando con propiedad, hay que esperar hasta el concilio de Trento para encontrar una legislación exacta y precisa sobre el celibato en cuanto tal.

Pues bien, la Iglesia lo impuso, por razones que nada tienen que ver con la fe cristiana. El motivo fue la idea pagana según la cual la vida conyugal impurifica para caercarse a lo sagrado. Pero eso ya nadie lo defiende hoy con argeumentos que se tengan de pie. Si, por otra parte, vemos que se trata de una ley que hace mucho daño, ¿con qué argumentos se sigue manteniendo? Hay que tener la libertad y el coraje de pedir insistentemente a las autoridades de la Iglesia que supriman esa ley. Y dejen a cada cual organizar su vida, en este orden de cosas, como crea más conveniente.

Por supuesto, que en la Iglesia ha habido siempre - y seguirá habiendo - cantidad de personas que, por motivaciones religiosas, renuncian al matrimonio. Es una decisión ejemplar para quien ve que ése es su camino en la vida. Para entregar esa vida, por ejemplo, a un trabajo que resultaría difícil teniendo que mantener una familia. Quien vea que va a realizar mejor su vida y su destino a base de privarse del matrimonio, que lo haga. Pero otra cosa muy distinta es obligar a todo el que quiera ejercer el ministerio ecleiástico a que tenga que renunciar a casarse. Ni eso cosnta en el Evangelio. Ni eso se le pasó a nadie por la cabeza en los primeros siglos del cristianismo.

1 comentario:

  1. La verdad, es que si la jerarquía abriese su mente al pensamiento que Ud. desarrolla aquí, posiblemente tedríamos otra Iglesia.

    Es un placer encontrar personas, con una teologia tan abierta al mundo.

    Muchas gracias, por sus reflexiones, pues a mí m e ayudan muchísimo.

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