Llevamos días asistiendo a
unos de los acontecimientos que ya muchos estábamos viendo venir. Me refiero
lógicamente a la ayuda financiera a Grecia. Para alguno, esto se llama rescate,
para otras líneas de crédito, para otras ayudas, no lo sé, pues no soy
economista. Lo que sí puedo ver, es que todos los derechos que los ciudadanos
griegos han ido adquiriendo a lo largo de la historia están en peligro y lo
peor es que a nadie le importa. Aquí, lo que importa es que los ricos recuperen
su dinero.
Lo cierto y verdad, es que,
esto no sirve para nada, si no llegamos a convencernos de que lo urgente, es
que nuestras vidas cambien, nuestra manera de pensar y de actuar sea más
solidaria. Y que las riquezas que hemos sido capaces de crear, solidariamente
se compartan, y no permanezcan solamente en manos de unos cuantos, que además
alaban a Dios porque creen que su riqueza es la verdadera conformidad de Dios
con sus actos. Y que como consecuencia son millones de criaturas, las que se
encuentran hundidas en la miseria más absoluta. Mientras que nosotros, por
nuestra codicia humana hemos creado un estado del bienestar para nosotros
solamente, que además parece ser que no somos capaces de mantener entre
nosotros mismos, por esa misma codicia.
Esta realidad que vivimos,
debe transformar nuestra manera de pensar, para que esa nueva forma de pensar,
se transforme en una nueva forma de vivir. Pues la transformación, no se nos
olvide vendrá de los de abajo, de los que viven en forma austera, sencilla y
solidaria, como diría Jesús: " Más fácil es que pase un camello, por el
ojo de una aguja, que un rico se salve"
Pensamiento y vida, en
efecto, se condicionan mutuamente hasta llegar a veces a resultar imposible
distinguir, si es el pensamiento el que orienta la vida, o, por el contrario,
es la vida la que lleva a una determinada forma de pensamiento.
Pero si nuestro pensamiento
se transforma en una vida solidaria, algo hemos conseguido.
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