miércoles, 4 de mayo de 2011

EN ESPAÑA EL NUMERO DE JOVENES NO CREYENTES CASI DOBLA AL DE CATOLICOS PRACTICANTES.

El número de jóvenes que se declara católico practicante cae en picado. Ha pasado del 29,2% en 2002 al 10,3% en 2010, según datos del Instituto de la Juventud de España (Injuve). Asimismo, los no creyentes (19,1%) y los ateos (9,6%) han aumentado nueve y tres puntos, respectivamente. Los católicos no practicantes son mayoría, un 45% del total.

Según los últimos sondeos de la institución, que depende del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, en los jóvenes entre 15 y 29 años se está produciendo un "desplazamiento de lo religioso hacia el ámbito privado".

El director general del Instituto, Gabriel Alconchel, ha señalado que para la juventud "la religión es un asunto privado sin apenas incidencias sobre los comportamientos de su vida", así como "tampoco la debería tener dentro de otros ámbitos como la política o la economía".

Así, se basa en los datos que apuntan a que el número de católicos practicantes en esta franja de edad ha descendido del 29,5% en 2002 al 10,3% del último sondeo realizado en noviembre de 2010, mientras que los católicos no practicantes alcanzan cerca del 45% del total.

De esta forma, ha asegurado en la presentación del número 91 de la revista del Injuve dedicada a la laicidad que ésta "no se opone a la religión", ya que esta "simplemente garantiza que todas las personas puedan practicar la religión que deseen en un contexto de igualdad, sin prevalencias ni privilegios de unas sobre otras".

Por su parte, el coordinador de la revista y miembro del equipo de investigación de la Fundació Ferrer i Guàrdia, Jesús Sanz, ha señalado que "se percibe un rechazo de los jóvenes a las doctrinas propugnadas por la Iglesia Católica, ya que "éstas chocan con la modernidad y con las actividades realizadas habitualmente por éstos".

Asimismo, ha reconocido que la Iglesia "es muy consciente" de que su estrategia debe girar en torno a los jóvenes, sin embargo, señala que "deberían ser menos agresivos en sus planteamientos".

El informe se centra en la evolución de los sondeos que sitúan el número de católicos practicantes en un 10,3%, frente a un 9,6% de ateos. Asimismo, los datos de la última oleada -que corresponden al mes de noviembre de 2010- apuntan a que hay un 44,8% de católicos no practicantes y un 19,1% de no creyentes.

Alconchel ha destacado la diferencia de estas cifras con las recogidas en el año 2002, cuando cerca del 30% de los jóvenes decían ser católicos practicantes y "sólo el 10% no creyentes o el 6,2% ateos". De esta forma, ha explicado que se debe a que "en los últimos años se está viviendo un fenómeno de modernización y secularización muy fuerte".(Rd/Ep).

Lógicamente esta noticia, no me picha de sorpresa a mi, ni a todos los que estamos en el mundo eclesial, o simplemente tenemos ojos para ver. Y, la verdad, es que muchas veces, no sabe uno en que se puede fallar ante los jóvenes. Y digo esto, por que normalmente se suele decir, que los jóvenes pasan de todo esto. Pero yo pienso como generación que le antecede en la comunidad eclesial, ¿qué Iglesia les hemos ido construyendo y transmitiendo?.

El pasado día 10 de Abril el teólogo José Antonio Pagola en el foro religioso de Vitoria, "No es tiempo de callar, es tiempo de hablar", realizaba una gran reflexión que nos puede ayudar a comprender desde mi punto e vista por que los jovenes no están en la Iglesia.

Pagola decía: "En la Iglesia actual apenas hay lugar para la profecía. De espaldas al Espíritu del Concilio, olvidando sus líneas de fuerza y su perspectiva evangelizadora, corremos el riesgo de caminar hacia el futuro, privados una vez más del espíritu profético necesario para actuar como seguidores de Jesús al servicio del reino de Dios.

La situación es grave. No sólo hay entre nosotros ausencia de espíritu profético. Hay algo más. Sin promover discernimiento alguno y sin alentar el diálogo tan necesario en estos momentos de desconcierto, se está cultivando el recelo frente a toda novedad del Espíritu que no provenga de las directrices institucionales o no se ajuste a las consignas oficiales. La Iglesia corre así el riesgo de estructurarse de manera antiprofética, incapacitándose para discernir los signos de los tiempos y para escuchar lo que el Espíritu de Jesús nos dice hoy a sus seguidores. Sin embargo, el camino abierto por Jesús sólo puede ser recorrido con espíritu profético.

¿Qué hacer? El camino no es la rebelión, mucho menos la resignación y la pasividad. Se nos está llamando a un trabajo interior, una gestación que hemos de alentar sobre todo en las comunidades cristianas para que sean, antes que nada, espacios de libertad, de conversión y de esperanza, donde se pueda aprender a vivir la fe cristiana como mutación, como cambio, proceso de conversión a Jesucristo e identificación con su proyecto del reino de Dios.

Esta conversión a una Iglesia más profética no puede ser liderada por la jerarquía, ni promovida por un organismo oficial. Es en el seno de la comunidad cristiana donde podemos y debemos escuchar la llamada de Pablo: «Buscad el amor y aspirad los dones del Espíritu, sobre todo, la profecía» . Es en las comunidades donde hemos de iniciar la reacción hacia una fase nueva de cristianismo, más inspirado y motivado por Jesús, y mejor estructurado para servir al proyecto del reino de Dios. El cambio decisivo es ir pasando de comunidades primordialmente cultuales, centradas en la celebración y la catequesis, hacia comunidades proféticas más centradas en el reino de Dios y en la acción evangelizadora. Estoy pensando en una conversión «sostenida» a lo largo de los años venideros, que hemos de iniciar ya las generaciones actuales y que hemos de trasmitir como herencia y talante a las minorías que vienen tras nosotros. La renovación que necesita la Iglesia no vendrá por vías institucionales, sino por las brechas abiertas por el espíritu profético .

No es posible marcarle los caminos al Espíritu, pero sí crear un clima donde sea más posible su acción. Tal vez, lo primero es resistirnos a vivir sometidos al dinamismo de lo establecido o lo acostumbrado: no sentirnos obligados a mantener un pasado inmóvil. Hemos de insistir mucho más en el contacto vital con Jesús y en la interiorización de su proyecto del reino: sólo así estamos abriendo camino al espíritu profético. Hemos de dar pasos hacia el futuro sabiendo que lo decisivo en la comunidad no son los entendidos, sino los testigos, no es la estructura sino el estilo de vida, no es el número sino la calidad de vida. Hemos de aprender a vivir cambiando. Hemos de despedir lo que ya no abre caminos al reino de Dios, y estar más atentos a lo germinal, a lo que está tratando de brotar hoy. Dar la palabra no sólo a los presbíteros sino a los laicos, no sólo a los varones sino a las mujeres, no sólo a los que hablan en nombre de la institución sino a quienes nos recuerdan el Espíritu de Jesús. Volver con sencillez a la novedad primera del Evangelio sabiendo que lo nuevo no es necesariamente distinto, pero es siempre algo más profundo, más coherente, más evangélico y más fecundo".

1 comentario:

  1. la iglesia catolica no deja de explesar los mismo y lo mismo, puras mentiras, es la religion con más fallas y contradicciones que yo he visto, adoran a santos tanto como a Dios mismo siendo que el primer mandamiento es no tendras dioses delante de mi.

    Los jovenes por su parte no dejan de ser est***dos, creen que la libertad es hacer lo que se me antoje y enrealidad es libertinaje. la misma iglesia catolica aprueba esto, diciendo a todo el mundo que mientras te confieses una vez a la semana tus pecados son perdonados y estas listo para seguir con el mismo estilo de vida el resto de la semana.

    Por mi parte no tengo una religión, creo en Dios y trato de ser mejor persona como a el le agrade, y eso es lo importante. una religión no te saca de lo mismo.

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