sábado, 26 de marzo de 2011

HOY 26 DE MARZO DIA INTERNACIONAL POR LA VIDA.

Invitado por la organización DERECHO A VIVIR de mi ciudad de Écija (Sevilla), a realizar y leer en una concentración un manifiesto por la vida, con motivo de la celebración del día internacional del derecho a vivir, he decidido publicarlo en el blog.

MANIFIESTO POR LA VIDA.

Bienvenidos Amigos todos, a la gran fiesta de la vida.

Nuestra concentración de hoy aquí nos es más que eso, una apuesta por la Vida, ya que la dignidad de la persona humana esta fundamentada en el derecho a la vida.

No quisiera continuar, sin agradecer a la organización Derecho a Vivir y a todos sus voluntarios que ha hecho posible este evento, la oportunidad que me ha dado, de poder estar aquí con Ud. y poder proclamar en voz alta y sin vergüenza alguna y con mucho orgullo este canto a la vida.

Pero también quiero ser por un momento la voz de todos los que estáis por la defensa de la vida, pero especialmente quiero ser la voz de todos aquellos que se le ha negado la palabra de la defensa de su propia vida.

Por que, ¿Dónde está la frontera entre la vida y la muerte?.

¿Cual es la divisoria que marca el terreno prohibido que no se debe pisar?

¿Qué es lícito y que es ilícito en el terreno de la vida humana?

Algunos piensan y sobre todo en estos momentos de políticas internacionales complicadas: " No a la Guerra ", “No a la pena de muerte", pero " Sí al Aborto”.

Otros llevan sus pensamientos a más larga distancia y en plena realización de la persona humana proclaman un “ no al suicidio, pero eutanasia... en algunos casos, sí”.

¿Cual es la frontera entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte?

Esa es la divisoria de los dos “reinos”, el de la vida y el de la muerte, y esa es la frontera que nosotros debemos tener clara, pues de nosotros depende elegir en que lado queremos estar y en que lado queremos vivir.

Porque no se puede vivir con un pie en cada lado. Ya que, la experiencia demuestra que, cuando una persona empieza a excusar la muerte en algunos casos, se coloca en un territorio, en el cual le es difícil ya marcar una frontera.

Cuando empiezan las excusas y las excepciones, cuando oímos decir: “yo acepto el aborto en el caso de...” empieza a perderse de vista la frontera de la vida, y siempre cabe la posibilidad de plantear otro caso que esté al otro lado de la frontera pero muy cerca de su “excepción”.

Entonces ya no hay criterios. Entonces ya no hay frontera. En la duda, desaparece la divisoria y el hombre se convierte en juez supremo de la vida y de la muerte.

Solamente hay una opción: o estamos en la cultura de la vida o por el contrario estamos en la cultura de la muerte. El “sí pero no, no pero sí” no es una opción.

En la cultura de la muerte, pasamos a considerar que el valor de algunas vidas es inferior al de nuestra comodidad y nuestra conveniencia.

Y es que la cultura de la muerte tiene su propio lenguaje, tiene su propia “personalidad jurídica”, tiene su propia terminología: una, “interrupción voluntaria del embarazo” (¡como si se pudiera reanudar!), dos “sólo en casos extraordinarios” (los tres supuestos despenalizados). Pero el problema está en hacer cumplir esos casos cuando ya se ha traspasado la frontera, cuando la sociedad ha tomado la Ley al asalto y se ha impuesto la “ley de la calle”, la de los “hechos consumados”, la del "descontrol".

Nadie tiene derecho a matar a un ser humano indefenso y menos en aras de unos supuestos "derechos de la madre" ni del proclamado "derecho al propio cuerpo".

Eliminar una vida porque estorba no es de izquierdas ni de derechas. Es el no tener claro o mejor dicho muy claro, que la dignidad de las personas humanas se fundamenta en el derecho a la vida..

Máximo respeto, pues, a la vida no nacida, nacida y por nacer. Con el mismo énfasis y la misma virulencia condenatoria para los que asesinan a los niños en los vientres de sus madres y para los que los matan de hambre, sed o explotación. Por eso NO AL ABORTO.

Pues la consecuencia de todo esto, es una sociedad, donde la pérdida de la vida, está legalizada en algunos casos y sus ciudadanos se acostumbran a destruirla por egoísmo. Se acostumbran a privar del derecho a la vida a sus hijos recién engendrados, para continuar una vez perdida la frontera de la vida, destruyendo seguidamente la vida de sus mayores. Como podemos ya comprobar con la pretensión del gobierno de abordar antes o después la legalización de la eutanasia.

Este propósito supone una nueva y frontal amenaza para la protección del derecho fundamental a la vida desde la concepción hasta la muerte natural del ser humano, de la propia persona humana.

Este proyecto agrede, además, a los que son más débiles porque depende de otro ser humano, de otra persona y requieren por eso un especial cuidado y atención por parte de una sociedad y unos poderes públicos comprometidos con la dignidad de todo ser humano en cualquier circunstancia, por adversa que sea.

La concurrencia en algunos supuestos de determinadas circunstancias médicas hace que el juicio ético sobre estas cuestiones no siempre sea inequívoco. Es evidente también que la apelación intencionadamente ambigua que, para justificar la legalización de la eutanasia, se hace al “derecho a la muerte digna”, se presta a la manipulación de los sentimientos de una opinión pública que, en muchos casos, carece de una información rigurosa y fiable sobre una cuestión de tanta trascendencia.

Estas nuevas leyes -de las que la Ley andaluza de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte constituye la iniciativa pionera de referencia para el resto- parecen buscar un efecto cultural que lleve a la progresiva aceptación social del concepto de la supuesta “muerte digna” y de la limitación de la realización por parte de los profesionales médicos de los cuidados básicos conforme a la ética profesional.

El reciente anuncio por parte del Gobierno de su intención de aprobar una ley nacional de “muerte digna y cuidados paliativos”, en cuyo anteproyecto trabaja el Ministerio de Sanidad e Igualdad, no hace sino reafirmar la necesidad de una campaña cuya misión sea precisamente la defensa de una VIDA DIGNA para todos hasta el final y la propuesta de alternativas multidisciplinares verdaderamente humanizadora del dolor y el sufrimiento.

Que esta concentración no sea una más, si no que ella nos lleve a verdadero compromiso por la vida y:

Por eso debemos solicitar la abolición de toda legislación permisiva del aborto y el rechazo a todas las iniciativas que facilitan la eutanasia y la manipulación de los embriones humanos.

Debemos pedir ayudar a la mujer embarazada y solicitar políticas activas de apoyo al nacimiento de nuevas vidas, que constituirán la mayor riqueza espiritual y material en el futuro del ser humano.

Debemos exigir a las administraciones públicas dar especial protección a los discapacitados, ancianos y enfermos terminales, proporcionando medios para mejorar su calidad de vida, especialmente en sus últimos días y desarrollando los cuidados paliativos.

También iluminemos nuestras conciencias ante las injusticias que nos rodean, para que seamos capaces de defender la vida de los no nacidos, pero también con las misma ganas el dolor, el desamparo, la soledad, el sufrimiento y las incontables humillaciones a las que se ven sometidos todos los nacidos, desde que venimos a este mundo hasta que nos vamos de él.

Para terminar os hago un llamamiento a que nos comprometamos a trabajar activamente por la defensa de la vida y de la familia, sea de forma individual o colectiva, uniendo nuestras voces a las organizaciones que luchan por estos ideales.

Proclamemos y festejemos el don de la vida, como un derecho natural, primordial e innegociable de todo ser humano.

Muchas gracias a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario