Lectura del santo evangelio
según san Mateo (16,13-19):
En aquel tiempo, al llegar a
la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: « ¿Quién dice
la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que
Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra
y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de
carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el
cielo.»
COMENTARIO.-
Este acontecimiento que nos
narra el evangelio de este domingo, es recogido también por los evangelistas Marcos
8, 27-30 y Lucas 19, 18-24, en el caminar de Jesús con los discípulos por las
aldeas de Cesárea de Filipo. Lucas, en cambio, lo centra después del relato
conocido como la multiplicación de los panes y en un momento de oración de
Jesús. Otra diferencia de este pasaje evangélico entre los tres evangelistas,
es que mientras en Mateo Y Marcos, se recoge la reprimenda de Jesús a Pedro
cuando éste se opone al anuncio de la pasión de Jesús, en Lucas esto queda
omitido.
¿Pero que quisieron recoger
los evangelistas en estos textos? Que a Jesús, en verdad no le importaba lo que
dijeran o pensaran los demás de él. Si no lo que le importaba era, que es lo
que sus discípulos pensaban de él, " Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?”. Por qué en función de su respuesta, él podría comprobar si sus discípulos
estaban dispuestos a seguirlo y entendía su misión. Jesús era consciente, de
que el solo no podría construir el Reino de Dios, de que el Reino se debe de
construir moviendo pequeñas comunidades y no grandes masas. Ahora bien, Jesús
como buen amigo, les advierte, que la construcción del Reino, les llevará a
enfrentamientos y padecimientos con ciertos sectores de la sociedad.
Los apóstoles escucharon de
Jesús la pregunta: " Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Hoy nosotros debemos seguir aceptando esa
pregunta, con el objeto de confesar nuestra fe en él al igual que Pedro lo hizo
en nombre de todos los discípulos. Pues de esta manera, podremos hacer vivo a
Jesucristo como salvador e instaurador del Reino de Dios en la tierra.
¿OCUPA JESÚS REALMENTE EL
CENTRO DE NUESTRA VIDA?
Hoy en la solemnidad de los
apóstoles San Pedro y San Pablo, quisiera reflexionar sobre sus sucesores a lo
largo de la historia de la Iglesia que han sido los Papas y los Obispos.
A nada más que, demos un
breve repaso de los Evangelios, podemos observar, que Jesús nunca habló de la
Iglesia y mucho menos de su organización y jerarquía. Lo más que podemos decir
es que, al anunciar el Reino de Dios, " puso el comienzo " de lo que
después de Pentecostés empezó a ser la Iglesia ( Conc. Vat II: LG 5 ).
Es verdad, que Pedro tuvo un
puesto más destacado entre los apóstoles y en la comunidad primitiva de
Jerusalén. Este puesto, con el paso de los tiempos fue ocupado por el Obispo de
Roma, llegando a ocupar el puesto más relevante de la Iglesia universal, - el
Papado -. El cual, es lógico como fuente de unidad de todas las Iglesias
locales, pero no como concentración de poder pleno organizativo de la Iglesia.
Y la prueba la hemos tenido últimamente en las Iglesias de España, con los
recientes nombramientos episcopales, los cuales han dado lugar a una serie de
reacciones y protestas dentro del Pueblo de Dios.
Por eso recordando la mejor
tradición de la Iglesia, de los Santos Padres y del magisterio pontificio,
ellos nos deberían hacernos pensar para el futuro. Pues, yo creo que los
futuros nombramientos de Obispos, estarán cada vez más llamados a la elección
por su comunidad. El Papa San Celestino I dijo: < Nadie sea dado como obispo
a quienes no lo quieran >. El Papa San León dijo: < El que ha de estar al
frente de todos debe ser elegido por todos > ( Cuaderno 166 de CiJ ). Juan
Pablo II pidió, repetidas veces, a los Obispos y teólogos de todo el mundo, que
colaborasen en la búsqueda de formas de ejercer el " ministerio de Pedro
" que sean más coherentes con lo que Dios quiere para su Iglesia y también
para hacer viable el diálogo entre cristianos y con otras religiones ( JM
Castillo ).
No se las dificultades que
llevaría hoy en día la vuelta a la práctica de la Iglesia primitiva; creo que
las mismas dificultades por la que pasaron en las diversas formas de elección.
Lo cierto es, que si queremos seguidores de Jesús en la Iglesia Católica, esta
deberá ser una Iglesia más cercana y abierta a sus feligreses y presidida por
miembros realizados en la comunidad. El cual, no será valorado por su
conocimiento, sino por su seguimiento en Jesucristo.
Los pasos aperturistas que
el Papa Francisco, está llevando a cabo en el seno de la Iglesia, y sus
revolucionarios discursos, empiezan a chirriar en sectores ultras de la
Iglesia, como ya dije en el escrito anterior a este.
Lógicamente este espíritu
aperturista, era esperado desde el inicio del Concilio Vaticano II, por un gran
grupo de creyente y miembros de la Iglesia Católica.
Personalmente creo que el
actuar del Papa es correcto, pero quizás deberíamos ir con más tranquilidad los
demás miembros de la Iglesia. No digo tranquilidad en el actuar, sino
tranquilidad en la euforia que veo en algunos, pues podemos caer en el error de
mitificar al Papa Francisco. No lo mitifiquemos demasiado porque entonces
caeremos en la tentación de poner en primer lugar mi propia ilusión particular
y creer que la Iglesia se habrá renovado si se cumple lo que yo deseo.
Lo que creo, es que todos
deberíamos intentar colaborar al máximo en estas direcciones, que el Papa nos
va marcando y que todos llevamos presentes desde hace tiempo en nuestro caminar
dentro de la Iglesia.
Pues no debemos olvidar el
sabio refrán que dice “el bien no hace ruido y el ruido no hace bien”. Y digo
esto porque vaya a quedar todo nada más que en ruido.
Que la solemnidad de los
apóstoles Pedro y Pablo, nos hagan reflexionar con amor en la Iglesia, pues en
ella hemos recibido el mensaje más grande de salvación y la cual nos acoge en la
maduración de nuestra fe.
DIFUNDID EL EVANGELIO.
PÁSALO.
Felicidades a los Pedro y
Pablo.