sábado, 29 de marzo de 2014

COMENTARIO AL EVANGELIO DOMINGO 30 DE MARZO 2014. 4º DOMINGO DE CUARESMA.

Evangelio según San Juan 9, 1-41.

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?". Jesús contestó: "Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé"(que significa Enviado). El fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: "¿No es ése el que se sentaba a pedir?". Unos decían: "El mismo". Otros decían: "No es él, pero se le parece". El respondía: "Soy yo". Y le preguntaban: "¿Y cómo se te han abierto los ojos?". El contestó: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver". Le preguntaron: "¿Dónde está él?. Contestó: No sé. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. El les contestó: "Me puso barro en los ojos, me lavé y veo". Algunos de los fariseos comentaban: "Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo puede un pecador hacer semejante signo? Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?. El contesto: "Que es un profeta". Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse". Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya es mayor, preguntádselo a él". Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Confiésalo ante Dios: Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". Contestó él: "Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le preguntaron de nuevo: "¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?. Les contestó: "Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?". Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: "Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron:"Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?". Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: "¿Crees tú en el Hijo del Hombre?". El contestó: "¿Y quién es, Señor, para que crea en él?". Jesús le dijo: "Lo estás viendo: el que está hablando, ése es". El dijo: "Creo, Señor". Y se postró ante él. Dijo Jesús: " Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven vean, y los que ven se queden ciegos". Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: "¿También nosotros estamos ciegos?". Jesús les contestó: "Si estuvierais ciegos, no tendíais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste".

COMENTARIO.-

No olvidemos que es Juan quien escribe, y que su Evangelio se mueve siempre en un alto nivel de sofisticación, de recurso al símbolo y a la expresión indirecta.

Es «ciego de nacimiento». No sabe lo que es la luz. Nunca la ha conocido. Ni él ni sus padres tienen la culpa, pero allí está él, sentado, pidiendo limosna. Su destino es vivir en tinieblas. Un día, al pasar Jesús por allí, ve al ciego. El evangelista dice que Jesús es nada menos que la «Luz del mundo». Tal vez recuerda las palabras del viejo profeta Isaías asegurando que un día llegaría a Israel alguien que «gritaría a los cautivos: ¡salid! y a los que están en tinieblas: ¡venid a la luz!».

Jesús trabaja los ojos del pobre ciego con barro y saliva para infundirle su fuerza vital. La curación no es automática. También el ciego ha de colaborar. Hace lo que Jesús le indica: se lava los ojos, limpia su mirada y comienza a ver.

Cuando la gente le pregunta quien lo ha curado, no sabe cómo contestar. Ha sido «un hombre llamado Jesús». No sabe decir más. Tampoco sabe dónde está. Sólo sabe que, gracias a este hombre, puede vivir la vida de manera completamente nueva. Esto es lo importante.

Cuando los fariseos y entendidos en religión le acosan con sus preguntas, el hombre contesta con toda sencillez: pienso que «es un profeta». No lo sabe muy bien, pero alguien capaz de abrir los ojos tiene que venir de Dios. Entonces los fariseos se enfurecen, lo insultan y lo «expulsan» de su comunidad religiosa.

La reacción de Jesús es conmovedora. «Cuando se enteró de que lo habían echado fuera, fue a buscarlo». Así es Jesús. No lo hemos de olvidar nunca: el que viene al encuentro de los hombres y mujeres que se sienten echados de la religión. Jesús no abandona a quien lo busca y lo ama, aunque sea excluido de su comunidad religiosa.

Estamos convencidos los que decimos que seguimos a Jesús, de que él es la LUZ DEL MUNDO. De que él es verdaderamente nuestra luz, nuestro camino hacia Dios, hacia la verdad, hacia el ser humano. O por el contrario, nuestro estilo de vida hace que no llegue además la luz de Jesús, porque además creemos que somos los únicos portadores de esa luz y los apartamos de conocer la luz.

 Muchas veces se nos olvida que Jesús viene siempre al encuentro de aquellos que no son acogidos por nuestra la religión. Jesús no abandona a quienes lo buscan. El tema es si nosotros los que nos creemos oficiales de la religión estamos dispuestos a llevar la luz de Cristo a los abandonados y a los alejados de él posiblemente por culpa de nosotros.

A vosotros hermanos que estáis o se sentís apartados por nosotros, pensad que Jesús vino para todos. Jesús le dice: no está lejos de ti. «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es».

Según el evangelista, esta historia sucedió en Jerusalén hacia el año treinta, y sigue ocurriendo hoy entre nosotros en el siglo veintiuno.


DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.

viernes, 28 de marzo de 2014

QUE IMPOSIBILITA SER LUZ DE MUNDO, LUZ DE CRISTO.

Es humano y es lógico que un individuo normal sienta el lógico deseo de llegar a ser una persona honorable, con la debida reputación y dignidad; y que quiera alcanzar cotas de poder, influencia y reconocimiento. Todo esto es perfectamente comprensible. Porque así somos los humanos. El problema está en que, con demasiada frecuencia, esos deseos y esos sentimientos son los que imponen en la vida. Y se imponen por encima de otras cosas, situaciones y necesidades que son apremiantes y, no raras veces, de enorme gravedad. Bien sabemos que hay hombres que, por lograr un título o un puesto de altura, van por la vida dando codazos a derecha e izquierda, se van dejando tirados a los que les estorban en su pasión por trepar.

Resulta evidente que, cuando la pasión por el poder y la gloria es más determinante que la dignidad, los derechos o el sufrimiento de las personas, en tales condiciones no es posible creer en Jesús. Porque según podemos leer en los evangelios, Jesús antepuso el bien de los otros, sobre todo el bien de los más desamparados y desdichados, a su propia fama, su propia credibilidad, su propia respetabilidad. Jesús no temió incluso escandalizar. Lo primero es lo primero en la vida.

Los hombres estamos dispuestos a poner nuestra fe en el poder, el honor, el dinero, la ciencia, lo esotérico y extraño. Creemos en los dioses, en los milagros, en los ritos, en santos y curanderos. En lo que sea.

La ruina de la humanidad es que no creemos en el hombre, en el ser humano. Por eso no lo respetamos, no lo tratamos como se merece, no lo queremos, sea quien sea y se porte como se porte. Estamos ciegos.

Y para colmo de los colmos, nos encontramos con los fanáticos de la religión que son los más duros enemigos de la humanización del ser humano. Se encuentran más a gusto en su ceguera y alimentando la ceguera de todos los que no acabamos de tomar en serio la fe en el ser humano. Y esto es lo decisivo. No sólo por lo que es en sí el ser humano. Además de eso, porque en el ser humano se ha encarnado Dios y en él es donde, ante todo, encontramos a Dios.


miércoles, 26 de marzo de 2014

Es el primer español elegido como sucesor de Don Bosco. Ángel Fernández Artime, nuevo Rector Mayor de los Salesianos.

La familia salesiana en general, pero especialmente la familia salesiana española nos encontramos con una inmensa alegría; pues en el Capítulo General 27 han elegido como nuevo Rector Mayor y X Sucesor de Don Bosco P. Ángel Fernández Artime, hasta ahora Inspector de Argentina Sur.

La elección se realizó a las 10:20, al primer escrutinio, acompañada de un largo aplauso. Don Pascual Chávez, Presidente de la Asamblea, ha llamado al estrado al padre Ángel Artime, y le ha preguntado: “Querido p. Ángel, Dios a través de los hermanos te ha llamado hoy para ser sucesor de Don Bosco. Tú no estás llamado a ser Rector Mayor, ni como Don Vecchi, ni como Don Viganó. Tú está llamado a ser sucesor de Don Bosco, no de Don Chávez. Por tanto, a nombre de los capitulares te pregunto si aceptas”.

Visiblemente emocionado, Don Ángel se ha expresado en español: “Me pongo en las manos del Señor y pidamos a Don Bosco y a María Auxiliadora que nos acompañe y que me acompañe, en la fraternidad con los salesianos e con la Congregación, y con fe acepto”.

Por primera vez, un español ha sido elegido como X sucesor de Don Bosco. Se trata del asturiano Ángel Fernández Artime, que acaba de ser nombrado por el Capítulo General en sustitución de Pascual Chávez. El religioso español ocupaba en la actualidad la Inspectoría Argentina Sur, y conoce a la perfección al Papa Francisco.

Ángel Fernández Artime, de 53 años, nació el 21 de agosto de 1960 en Gozón-Luanco (Oviedo), emitió la primera profesión salesiana el 3 de septiembre de 1978 en Mohernando (Guadalajara), la profesión perpetúa el 17 de junio de 1984 en Santiago de Compostela y fue ordenado sacerdote el 4 de julio de 1987 en León.

Originario de la Inspectoría Salesiana de León, fue delegado de pastoral juvenil, director del colegio salesiano de Orense, miembro del consejo provincial de esta inspectoría, de la que fue Vicario Inspectorial y, del 2000 al 2006 fue Provincial. También fue miembro de la comisión técnica que preparó el Capítulo General 26, que se celebró en 2008. En 2009 fue nombrado provincial de la Inspectoría Argentina Sur, con sede en Buenos Aires, cargo que ocupaba en este momento, aunque había sido designado nuevo provincial de la Inspectoría María Auxiliadora, con sede en Sevilla, que iba a echar a andar en mayo.


D. Ángel, en este día en que la iglesia celebra la anunciación del Señor, recuerdo el salmo que hemos leído “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Desde este rincón de mi clausura, le deseo que Dios le acompañe en su gran ministerio y sepa tenernos a todos en la unidad de Cristo, no desde la uniformidad, sino desde la comunidad de la pluralidad.

martes, 25 de marzo de 2014

HOY 25 DE MARZO. LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

A los cuatro días del comienzo de la primavera, estación que nos anuncia vida, alegría, luz, la Iglesia celebra LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

La primavera anuncia a la vida, el misterio de la Encarnación también.

La solemnidad que celebramos hoy, es para nosotros, un verdadero encuentro marianológico sin duda alguna, pero quizás es un mayor encuentro cristológico. Ya que, la Anunciación del Señor, representa el acontecimiento más asombroso que ha ocurrido en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.

La Encarnación de Dios en Jesús es el acontecimiento de la humanización de Dios en un hombre. Este es el gran acontecimiento de nuestra religión.

Es importante tener en cuenta que este acontecimiento es sólo recogido en el evangélico de Lucas. Esto demuestra la elaboración teológica de los primeros cristianos desde la visión del Jesús Resucitado, como Hijo de Dios.
Pues el evangelio de Marcos, que es el primero que se escribe con mucha distancia en el tiempo con Lucas, empieza con la predicación de Juan Bautista.

“En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: " Alégrate, llena de gracia, el señor está contigo, bendita tú entre las mujeres”. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: " No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo de Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: " ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? ". El ángel le contestó: " El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”. María contestó: " Aquí está la esclava del señor, hágase en mí según tu palabra”.


La Encarnación de Dios en Jesús es el acontecimiento de la humanización de Dios en un hombre. Lo cual quiere decir que sólo la experiencia humana del judío Jesús es la que nos revela lo que es Dios, quién es Dios y cómo es Dios. La Encarnación, por lo tanto, no es sólo la divinización del hombre, sino ante todo la humanización de Dios. A Dios no lo encontramos " divinizándonos”. Y menos aún " endiosándonos”. Sólo " humanizándonos " encontramos al Dios-Padre del que nos habla Jesús

sábado, 22 de marzo de 2014

EVANGELIO DOMINGO 23 DE MARZO 2013. TERCER DOMINGO DE CUARESMA.

Evangelio según San Juan 4, 5-42

En aquel tiempo llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, Jesús le dice: "Dame de beber".(Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana dice:"¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?" ( porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó:"Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva". La mujer le dice:"Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?, eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?". Jesús le contestó:"El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". La mujer le dice: "Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla". Él le dice:"Anda, llama a tu marido y vuelve". La mujer le contesta:"No tengo marido". Jesús le dice:"Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad". La mujer le dice:"Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén". Jesús le dice:"Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte, ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad". La mujer le dice: "Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo". Jesús le dice: "Yo soy: el que habla contigo".

COMENTARIO.-

Lo primero que queda claro en este relato es el respeto, la aceptación y la acogida humana de Jesús hacia cualquier persona. Jesús se encuentra con una mujer extraña y que, además, es despreciada por partida triple: los hombres la desdeñan como mujer, los judíos como samaritana, las demás mujeres como mujer poco ejemplar. Pues bien, a esta tan despreciada, Jesús le asegura que él le va a dar de un agua que va a saciar todas sus carencias y sus anhelos. Jesús le dice la verdad. Pero lo hace de forma que ni le reprocha nada, ni le prohíbe nada, ni impone nada. Jesús le ofrece saciar su sed inmensa. Sed, sin duda, de estima, de respeto y, sobre todo, de cariño.

Segunda gran enseñanza de Jesús: ¿dónde hay que adorar a Dios? ¿cuál es la religión verdadera? ¿en qué consiste el culto auténtico? Las religiones de todos los tiempos se han preocupado, ante todo, por responder a estas preguntas: la definición de un espacio sagrado y la búsqueda de un centro (F. Lenoir). Jesús dijo que, a partir de aquel momento, la verdadera religión, el verdadero templo, el centro de todo, no está ni en este lugar ni en otro, ni en esta religión ni en aquella, sino “en el corazón del hombre”, en el encuentro con el otro. Es decir, donde se reproduce lo que sucedió en el encuentro de Jesús con la samaritana. Jesús realizó el traspaso: de la religión exterior a la espiritualidad interior.

Nuestra pregunta es: ¿Somos los verdaderos buscadores de Dios?

No lo hemos de olvidar. Para encontrarnos con Dios, no es necesario ir a Roma o peregrinar a Jerusalén. No hace falta entrar en una capilla o visitar una catedral, solamente tenemos que ver a Cristo en nuestro hermano.



miércoles, 19 de marzo de 2014

FESTIVIDAD DE SAN JOSÉ. 19 DE MARZO.

La liturgia de la festividad de San José nos presenta el siguiente texto evangélico de Mateo 1, 16. 18-21.24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.


La piedad popular y la teología clásica han concedido singular importancia a la figura de José, el esposo de María, la madre de Jesús. Pero lo que realmente podemos saber con seguridad sobre este personaje es poco y bastante difuso. Entre otras razones, porque, como explican los estudiosos de este asunto, poco o nada se puede decir con certeza sobre el nacimiento, la infancia y la primera juventud de la mayor parte de las figuras históricas del mundo mediterráneo antiguo.

De José, se nos dice que fue un hombre “justo”. Es el mayor elogio que se puede hacer de un israelita. En la tradición judía, para indicar que un hombre es como Dios quiere, se le denomina “justo”. José, por tanto fue, una buena persona, un hombre íntegro, que siempre hizo lo que Dios le pedía y lo que podía resultar lo mejor para los demás.

Sea lo que sea de los detalles históricos que podemos conocer sobre José, lo que se puede afirmar de José es que fue el hombre elegido por Dios para ser el educador de Jesús. Es un disparate enorme, que incurre en ideas heréticas (monofisitas); pensar que Jesús no necesitó aprender, asimilar unos valores, recibir educación, como cualquier otro niño. Pues bien, si de Jesús sabemos que fue un hombre tan genial, con una religiosidad tan profunda y tan libre, con una humanidad tan por encima del común de los mortales, parece lógico que en todo eso se percibe, incluso se palpa, la grandeza de espíritu de José, que supo transmitir a Jesús es forma de ser y de vivir.

domingo, 16 de marzo de 2014

16-19 MARZO. DÍA DEL SEMINARIO. LA ALEGRÍA DE ANUNCIAR EL EVANGELIO

Desde hoy domingo 16 hasta el próximo día 19 de marzo, festividad de San José, se celebra el Día del Seminario, este año bajo el lema: “LA ALEGRÍA DE ANUNCIAR EL EVANGELIO”. 

Se trata de una jornada anual, en la que se nos invita a toda la comunidad eclesial a tomar conciencia de la necesidad de pedir al Señor, promover y amparar las vocaciones sacerdotales con la oración, la invitación a los jóvenes para que se animen a plantearse la vocación sacerdotal como una opción válida.

Es frecuente escuchar voces de gran preocupación en la jerarquía eclesial y en ciertos sectores laicales; ante la tendencia a la baja en el número de vocaciones sacerdotales y religiosas en los últimos años. Tanto es así que se ha calificado por ciertos cargos eclesiales como una situación de “otoño vocacional". Situación que se viene  achacando a la creciente secularización, al descenso demográfico, al descubrimiento de pecados por parte de sacerdotes y a la crisis moral.

Es verdad, que todo esto ha influido y está influyendo en la Iglesia. Y es lógico, pues no debemos de olvidar que es la Iglesia la que está en el Mundo y no el Mundo en la Iglesia. Pero, lo que yo creo, que verdaderamente ha influenciado la gran crisis de la Iglesia, no es la falta de sacerdotes, sino el abandono en la Iglesia del proyecto de Jesús. La Iglesia es un organismo vivo que ha de estar en continuo y permanente nacimiento, naciendo de Cristo en cada tiempo.

Y, así lo podemos ver y reconocer, en este año de pontificado del Papa Francisco. El Papa, con su estilo de vida y gestos nos insiste en la necesidad de «definir de nuevo tanto la vocación de la Iglesia como su relación con la modernidad». Afirma que la «religiosidad tiene que regenerarse de nuevo en el contexto de la sociedad moderna para encontrar nuevas formas de expresión y comprensión». Insiste en que «hay que preguntarse siempre qué cosas, aunque hayan sido consideradas como esencialmente cristianas, eran en realidad sólo expresión de una época. Debemos regresar una y otra vez al Evangelio, a la alegría del Evangelio y a las palabras de la fe para ver qué es realmente lo esencial y qué se ha de modificar legítimamente con el cambio de los tiempos».

En definitiva, no se trata de modernizarse, sino de actualizarse. Por eso, estos días deberíamos dedicarlo a renovar el concepto primero de vocación y en segundo lugar dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, para encontrar los caminos propios de los ministerios en la Iglesia de hoy.

En la actualidad, la vocación se entiende como la llamada de Dios, para atender a una comunidad de cristianos. Mientras que, durante los primeros mil años de la vida de la Iglesia, la vocación se entendía como la llamada de la comunidad, que elegía de entre sus miembros al que consideraba más idóneo para educar en la fe a un grupo de cristianos. Esta manera de entender la vocación estaba tan clara entre los cristianos, que la condición indispensable, para que el obispo admitiera a un candidato a la ordenación para ejercer el ministerio, era no que el sujeto se ofreciera diciendo que Dios le llamaba, sino que se resistiera a ser ordenado, porque se consideraba indigno y sin cualidades para un servicio tan exigente.

En definitiva, en la Iglesia faltan sacerdotes porque las autoridades de la Iglesia han puesto unas condiciones que no permiten otra cosa. En la Iglesia no tienen por qué faltar sacerdotes, cuando seamos conscientes de que tenemos la gran misión de anunciar la alegría del Evangelio.

Por eso, esta jornada nos debe de ayudar a ver todas las vocaciones ministeriales existentes, y a las que van surgiendo en nuestras Iglesias, como el diaconado permanente, delegados de liturgias, (que Roma ha denominado a este tipo de oficio «celebración en domingo en ausencia o en espera de presbítero»). Sin olvidar que estas mismas órdenes ministeriales, deben estar abiertas a las mujeres. No debemos de olvidar que nuestros ministerios, cambiaron en unas circunstancias sociales, pues los apóstoles estaban casados, y los papas también tuvieron casados.

Debemos aprovechar esta jornada también, para dejarnos iluminar por el Espíritu Santo, y abrir nuestra mente y nuestro corazón a él y, hacer una lectura más profética de nuestro horizonte y preguntarnos:

- ¿ Qué caminos está tratando de abrir hoy Dios para encontrarse con sus hijos e hijas en esta sociedad ?.

- ¿ Qué llamadas está haciendo Dios a la Iglesia de hoy para transformar nuestra manera tradicional de pensar, vivir, celebrar y comunicar la fe, de modo que propiciemos su acción en la sociedad moderna ?.


Por eso, nuestra tarea no es ser fieles a una figura de Iglesia y un estilo de cristianismo desarrollados en otros tiempos y para otra cultura. Lo que nos ha de preocupar es hacer posible hoy el nacimiento humilde de una Iglesia, capaz de actualizar en la sociedad moderna el espíritu y el proyecto de Jesús.

sábado, 15 de marzo de 2014

EVANGELIO DOMINGO 16 DE MARZO 2014. SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA.

Evangelio según San Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Este es mi Hijo, el amado, el predilecto. Escuchadle". Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándoles les dijo: " Levantaos, no temáis". Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos".

COMENTARIO.-

La transfiguración del Señor, es un acontecimiento que está narrado en los evangelios sinópticos, en Mt 17, 1-6; Mc 9, 1-8 y Lc 9, 28-36. La Iglesia recuerda este hecho ( cuya fecha no está confirmada y verificada ) el 6 de agosto y el segundo domingo de cuaresma.

Debemos tener presente al leer este pasaje evangélico; que los evangelios se escribieron 50 o 60 años después de la muerte de Jesús y lógicamente bajo la experiencia religiosa vivida por los apóstoles y del resucitado en las primeras comunidades. Por eso es imposible saber con seguridad lo que, en este episodio, hay de historia real o de experiencia religiosa. En todo caso, lo que debemos es sin duda alguna extraer alguna enseñanza.

La primera enseñanza que debemos sacar es la importancia, que para Jesús tiene la ORACION, como fuente de unión con el Padre. Esto intenta enseñárselo también a sus discípulos, por eso nos dice el evangelio: " Jesús se llevó a Pedro, a Juan y A Santiago a lo alto de una montaña para orar ". El evangelista, nos quiere hacer ver la importancia de la oración en Jesús, de forma que está lo transfiguraba. Es decir, realizaba en él un cambio de forma de modo tal, que revela su verdadera naturaleza. Jesús revela el Dios del Amor, Moisés representa el Dios de la Ley. Jesús es la transformación de lo antiguo a lo nuevo. Esa armonización de lo antiguo a lo nuevo está reflejada en la voz de Dios: " Éste es mi hijo, el escogido; escuchadle”. Quedando más claramente explicado después por el evangelista en la expresión: " Jesús se encontró sólo”. Ósea, que sólo el seguimiento de Jesús es lo que basta.

La segunda enseña, que debemos extraer, de este pasaje evangélico y de la fiesta que celebramos hoy, es si nuestra oración nos transfigura también como a Jesús.

Hay personas que le da más importancia a las leyes religiosas, al templo, al culto religioso, a las imágenes, a los sacerdotes, al papa, olvidándose que lo determinante en nuestra vida es Jesús, y el seguimiento a Jesús, ya que él es la luz y el motor de nuestra vida. Solo él.

También la Iglesia como pueblo, debe escuchar a Jesús, y sentirse llamada a la transfiguración, e invitada a salir de su conformismo, romper con un estilo de vida que sea ha ido conformando con los tiempos y empezar a abrirse y estar atenta a la interpelación que nos llega de los signos de los tiempos.

En este tiempo de cuaresma, debemos intentar encontrar " solo a Jesús ", no solo en nuestras actividades cofrades, sino también en un verdadero compromiso de conversión a través de nuestro encuentro con Jesús en nuestra ORACION individual y comunitaria y especialmente en nuestro comportamiento con los demás.


viernes, 14 de marzo de 2014

LA CUARESMA TIEMPO DE ORACIÓN, PARA LA CONVERSIÓN.

Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas (Mt 7, 7-12).

Aunque, la interpretación y la utilización, que hacemos de este texto evangélico, es para dar fundamento a la oración de petición, que posiblemente es la más utilizada por todo nosotros, y las más frecuentes, que se producen en cualquier experiencia religiosa, como lo demuestra, los estudiosos de la historia y la fenomenología de las religiones.

Pero en los textos evangélicos que leeremos en esta cuaresma, empezando por el domingo próximo, veremos que la ORACIÓN, en Jesús tiene otro fin. Los Evangelios, nos narran, como Jesús dedicaba ciertas noches al diálogo con El Padre, (Mt 14, 23-25). Jesús pasaba las noches en oración. Y rezó intensamente antes de la pasión y en el momento mismo de morir.

Jesús nos dejó claro que la oración, no por ser prolongada o de mucha palabrería, va a ser más eficaz. Lo determinante no es el mucho tiempo que se reza, sino la sinceridad, la verdad, la transparencia de nuestro "deseo" hecho oración, de manera que nos conduzca a una transfiguración, como Jesús.

Por eso, es frecuente en Cuaresma, ver en la comunidad cristiana, las oraciones comunitarias, de via-crucis, rosarios, triduos y quinarios. Y eso, está también, ya que, Jesús no sólo nos dejo claro que la oración individual es necesaria, sino que la comunitaria también. Por eso, nos enseño la oración comunitaria más hermosa, EL PADRE NUESTRO. Pero tan cierto como eso, podemos decir también, que no puede existir oración comunitaria, si no existe la oración individual. Ya que en la oración individual, es donde llevamos a cabo, el verdadero diálogo entre Dios y nosotros. Cómo Jesús, nos enseñará en el evangelio del próximo domingo.

El fruto, el éxito y la eficacia de la oración está en la oración misma, en la escucha abierta y sin límites. El fruto de la oración es la fuerza y la paz del Espíritu sobre nosotros. Ese es el aliento que el Padre siempre nos da. Porque es el que más necesitamos.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida, en la ORACIÖN individual. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma, en la ORACIÓN comunitaria, como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.

Complementaremos esta reflexión con el comentario del Evangelio del próximo domingo, segundo de cuaresma, que escribiré mañana.


jueves, 13 de marzo de 2014

UN AÑO CON EL PAPA FRANCISCO

Un año de sorpresas continuas a cargo de un Papa sencillo y cariñoso ha hecho mucho bien. La mayoría de los católicos están orgullosos de un Papa que desborda humanidad. Entre los judíos crece el entusiasmo. Según el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, «ahora vienen tantos judíos a conocer al Papa Francisco que deberíamos abrir una sinagoga en el Vaticano».

A los protestantes, musulmanes e incluso ateos les gusta un Papa que logra comunicar, mediante gestos claros y un lenguaje sencillo, con el ciudadano de a pie. Muchos ciudadanos lo ven como un ejemplo para sus propios gobernantes.

Al cabo de un año, las fotografías «inolvidables» del Papa Francisco podrían llenar libros enteros. Si una imagen vale más que mil palabras, su ejemplo personal y su estilo refrescante valen más que mil encíclicas.

Pero él mismo advierte que la «Franciscomanía» no va a durar. El primer Papa venido de América ha traído muchos cambios en la música, pero no piensa hacerlos en la letra. Algunos inflan desmesuradamente las expectativas de cambio inmediato en los temas de comunión a los divorciados, papel de la mujer, etc. por mera superficialidad. Otros por mala intención, sabiendo que inflan un globo destinado a reventar.

El pasado 13 de marzo, tras el primer momento de sorpresa, casi todo el mundo pensó que la «luna de miel» duraría tres meses. Ha superado el año. Y resulta claro que la «revolución» del Papa Francisco está solo en sus primeros pasos.

El cambio de estilo es universalmente conocido y aplaudido. Menos visible al gran público es el comienzo del cambio de actitud de la burocracia del Vaticano y de los obispos de todo el mundo. Francisco ha dicho que no quiere «obispos príncipes», ni «obispos de aeropuerto», sino personas que sepan escuchar «de corazón a corazón» a todos: a los católicos que practican, a los alejados, y a quienes ni siquiera son cristianos.

El cambio de actitud se nota ya en muchos de los fieles de a pie, más comprensivos respecto a los problemas de sus amigos, más dispuestos a ayudar a quien lo necesita, y más convencidos de que el Evangelio se enseña con el ejemplo y la sonrisa.

El mensaje de la exhortación apostólica programática «La alegría del Evangelio» se está abriendo paso de un modo silencioso pero eficaz. El segundo año de pontificado puede ser igual de apasionante.


sábado, 8 de marzo de 2014

HOY 8 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

En este día internacional de la MUJER, creo que nosotros los cristianos debemos de hacer una gran reflexión.

Pues los Evangelios están llenos de pasajes que muestran constantemente la preocupación de Jesús por los pobres y las mujeres. Son conmovedores los pasajes en los que Jesús iguala la dignidad de la mujer a la del hombre, en una época donde la mujer era esclava. Por ello, los seguidores de Jesucristo debemos de manifestar que el hombre y la mujer son iguales en dignidad; debemos de reivindicar la necesidad de redefinir la masculinidad y la feminidad desde otros parámetros distintos a los actuales, caminar hacia una cultura y educación que promueva otros valores como el amor, el respeto, la comprensión, el compartir vida y responsabilidades.

No se podrá romper la cadena de desigualdad entre hombre y mujer, sino existe una educación alternativa, basada en el amor, el respeto mutuo y la igualdad entre mujeres y hombres, que redefina la masculinidad y la feminidad desde valores solidarios. 


Por eso la Iglesia debe unirse a todas las organizaciones sociales, para unir esfuerzos a los de todas aquellas personas y colectivos que trabajan a favor de la mujer, haciendo posible una vida más digna para la mujer y el hombre. Sólo así será posible una sociedad más humana y más justa donde impere la paz y el amor.

EVANGELIO DOMINGO 9 DE MARZO 2014. PRIMER DOMINGO DE CUARESMA.

Evangelio según San Mateo 4, 1-11.

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes". Pero él le contestó diciendo: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece en las piedras". Jesús le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor tu Dios". Después, el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: "Todo esto te daré, si te postras y me adoras". Entonces le dijo Jesús: "Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto". Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían".

COMENTARIO.-

Lo primero que debemos destacar en el Evangelio de este domingo, es el gran interés que los primeros cristianos tuvieron en dejarnos presente la humanidad de Jesús, más que su divinidad. Ya que una persona no puede estar cuarenta días y cuarenta noches sin comer, ni beber nada, por eso nos dice que al final sintió hambre.

Los primeros cristianos eran conscientes que desde su humanidad tenían que ser testigo del resucitado. Y que como humanos, tendremos tentaciones como las que tuvo Jesús. Por eso el evangelio de hoy nos presenta las tentaciones de Jesús, como ser humano y los conflictos y luchas que tuvo que superar para mantenerse fiel a Dios.

El Evangelio comienza recordándonos que los caminos del Señor no se preparan desde el Templo y las ceremonias del Templo, sino desde la vida profética de un hombre del desierto. En la soledad, en nuestra intimidad, es donde podemos escuchar la voz de Dios, pero también en esos momentos sentimos la atracción por otras cosas que nos alejan de la verdad, que es Dios.

Supongamos por un momento, que Jesús hubiese convertido las piedras en pan. Sería un milagro, igual que el de la multiplicación de los panes y los peces. Pero Jesús se niega, a utilizar a Dios para convertir las piedras en pan. Jesús nos enseña que a Dios no se le utiliza para nuestros enriquecimientos materiales, sino para nuestros enriquecimientos espirituales. Y nuestro enriquecimiento espiritual, no está en las alabanzas y rezos continuos a Dios, sino en la medida que nosotros humanizamos a Dios y somos capaces de despertar el hambre de justicia y de amor en el mundo, creando así el Reino de Dios en la tierra.

En la segunda tentación supongamos que Jesús se tira, esperando que los ángeles cuiden de él. La tentación, le sugiere, desde lo alto del templo, buscar en Dios seguridad. Jesús nos plantea el misterio de Dios. La confianza en Dios. El misterio de Dios no se encuentra en la seguridad de los dogmas, prácticas y creencias religiosas. No se construye un mundo más humano refugiándose cada uno en su propia religión. Jesús, se enfrento a su religión, llegándole a costarle su vida. Es necesario arriesgarse, para construir el Reino de Dios. Confiando en Dios como Jesús.

La tercera tentación, nos dice que si Jesús hubiera aceptado, a sus pies se le presentan todos los reinos del mundo. La reacción de Jesús es inmediata: " Sólo al Señor tú Dios adorarás”. A Dios sólo lo podemos encontrar desde el amor, porque Dios es amor. A Dios no lo encontraremos en el poder sobre el otro, sino en el amor al otro. Por eso, quien sigue a Jesús buscando poder y gloria, vive a la tentación y no adora al verdadero Dios de Jesús.

Jesús se retiro al desierto, para iniciar un cambio en su vida.

Esta debe de ser nuestra misión en Cuaresma, encontrar momentos de reflexión individual y comunitaria, que nos permitan dar un cambio en nuestra vida.

Desde la escucha, la confianza y el amor de Dios podemos construir su Reino en la tierra.

Una comunidad de creyentes en Jesús que no es consciente de sus tentaciones, posiblemente equivoque su misión.


DIFUNDID EL EVANGELIO.PÁSALO.

viernes, 7 de marzo de 2014

LAS COSAS DE LOS VIERNES DE CUARESMA

En tiempo de cuaresma, todos los viernes algunas personas practican el ayuno y la abstinencia de comer carne. 

Muchas de estas personas realizan el ayuno y la abstinencia como solidaridad hacia los más pobres, otras como un acercamiento a Dios.

Pero si leemos detenidamente el evangelio de la liturgia de hoy: " En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús preguntándole: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?". Jesús les dijo: "¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos?". Llegará el día en que se lleven al novio y entonces ayunarán". Mt 9, 14-15.

Jesús no estaba de acuerdo con la práctica del ayuno. Ni se lo impuso a sus discípulos. Ni quiso que ellos ayunaran. Porque, en definitiva, el Dios de Jesús no es un Dios al que nos acercamos mediante privaciones, penas y desgastes de la vida y el gozo de vivir. Al Dios de Jesús nos acercamos viviendo, dando vida, contagiando felicidad.

De que nos sirve ayunar y abstenernos de comer carne, para después estar todo el día, haciendo la puñeta.


miércoles, 5 de marzo de 2014

COMENZAMOS LA CUARESMA. MIÉRCOLES DE CENIZA.

Hoy miércoles 5 de Marzo comenzamos la CUARESMA, tiempo de conversión y meditación.

Cuaresma significa " cuarenta " y se aplica a los 40 días de intensa preparación a la fiesta de la PASCUA. Pues no se entiende la Cuaresma si no es en función de la PASCUA - culminación de nuestra fe -.

La CUARESMA es el tiempo litúrgico, que empieza el Miércoles de Ceniza y acaba el Jueves Santo.

Miércoles de Ceniza cuando acudimos a la imposición de la ceniza se nos dice: " CONVERTIOS Y CREED EN EL EVANGELIO”.

Cuaresma es tiempo de CONVERSIÓN. Convertirse significa " volver ", " cambiar ", " renovar ". Es el cambio en el cual debemos pasar del " Hombre viejo " al " Hombre nuevo ". " Hombre viejo " es el que vive a espaldas de Cristo y del Evangelio. " Hombre nuevo " es el que sigue a Jesús y vive según el Evangelio.

El evangelio de la liturgia del Miércoles de Ceniza, día que empieza la Cuaresma, Jesús nos dice a los cristianos; " No hagáis el bien para que os vean. Porque si hacéis el bien con esa intención, no os sirve para nada".

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: " Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre que está en lo escondido, y tu Padre que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que está en lo escondido y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”. Mt 6, 1-6. 16-18.

Dios quiere que hagamos el bien, pero que eso pase desapercibido. Que no se note el bien que hacemos. Y por tanto, que aparezcamos como los demás. Porque Dios está en lo escondido y ve solamente lo que se hace en lo escondido.

La limosna, la oración, el ayuno se hacen, con frecuencia, de forma que quien hace esas cosas se note que las hace. Y todo eso se hace así "con buena intención": para dar ejemplo, para hacer el bien a otros, para que la Iglesia se haga presente en la sociedad.... 

Al Dios de Jesús no le interesa en absoluto nada de eso. Dios no quiere lo fastuoso, lo que llama la atención.

Que esta CUARESMA, que comenzamos se una conversión persona y comunitaria que nos permita llegar renovados a la PASCUA DE RESURRECCIÓN.

Jesús se retiro al desierto, para iniciar un cambio en su vida.

Esta debe de ser nuestra misión en Cuaresma, encontrar momentos de reflexión individual y comunitaria, que nos permitan dar un cambio en nuestra vida.


¿ En qué hay que cambiar ?. La llamada de Jesús no se dirige solo a los "pecadores" para que abandonen su conducta. Jesús se dirige a todos, puesto todos tenemos que aprender a actuar de manera diferente, para poder llevar a cabo la construcción del Reino de Dios en la Tierra.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014

Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)

Queridos hermanos y hermanas:

Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

La gracia de Cristo

Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).

Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.

Nuestro testimonio

Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.

No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.

El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.


Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde

sábado, 1 de marzo de 2014

EVANGELIO DOMINGO 2 DE MARZO 2014. OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Mateo 6,24-34.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:" Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?. ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?. ¿Por qué os agobiáis por el vestido?. Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?. No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos”.

COMENTARIO.-


La primera reflexión que nos hace el evangelio de este domingo, es que, desde que el hombre inventó el dinero como medio de transacción de sus bienes, creó también en él, las desigualdades e injusticias económicas que tan desgracias han traído y traen en la historia humana. 

Por eso, Jesús empieza este evangelio muy claro, " Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”. 

Que nos quiere decir Jesús con esto. Que Dios humaniza al hombre. Dios habla al hombre a través de su conciencia, del amor, la igualdad, el compartir, la justicia, la entrega, la confianza, la comprensión; mientras que el dinero también a lo largo de la historia ha hablado a través del egoísmo, la desigualdad, la injusticia, la incomprensión, la desconfianza, en definitiva la deshumanización. Por eso, no podemos servir a Dios y al dinero.

Con esto, no quiero decir, que para vivir el cristianismo, tengamos que vivir en la pobreza, porque la pobreza no es digna del ser humano, ni Dios quiere la pobreza. Si existe la pobreza, no es por Dios; es porque nosotros, vivimos dominados más por el dinero y el olvido de los hermanos, que por el amor de Dios. Dios solo puede ser servido por aquellos que promueven la solidaridad y la fraternidad. En consecuencia, el problema no es ser rico, el problema es que los ricos y los privilegiados son llamados a compartir sus bienes con los necesitados. Pues mientras siga habiendo pobres y necesitados, toda la riqueza que la persona acumule para sí misma, sin necesidad, es "injusta”, porque está privando a otros de lo que necesita.

El Papa Francisco arremetió hace aproximadamente un mes contra "la dramática plaga social" de la usura, que atenaza a tantas familias. "Cuando una familia no tiene ni para comer porque tiene que pagar el préstamo a los usureros. Esto no es cristiano. Es inhumano", dijo el Papa. Francisco pidió a las instituciones que trabajen para apoyar a las víctimas de esta "dramática plaga social que hiere la dignidad de las personas".

Por eso, la larga exhortación que Jesús continúa en el evangelio a no vivir angustiados por la comida, el vestido y la casa, debemos interpretarla como una liberación del " agobio ", y no como un abandono de la propia responsabilidad de cada uno. Lo que Dios quiere es que hagamos posible dentro de la responsabilidad de cada uno, una sociedad con unas condiciones de vida en las que nadie tenga motivos razonables para sentirse agobiado por problemas de comida, vestido y casa. Esto, es ante todo, " buscar el Reino de Dios y su justicia”

He aquí el mensaje del Evangelio de este domingo, " BUSCAD EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA, LO DEMÁS SE DARÁ POR AÑADIDURA”. Si somos capaces de restaurar el Reino de Dios en la Tierra, no existirán injusticias y por lo tanto, todo lo demás vendrá por añadidura.


DIFUNDID EL EVANGELIO. PÁSALO.